Por: Alejo Bernasconi
Estallaron las redes sociales por una supuesta polémica en el último clip de la banda de colorín Mustaine, “Super collider”. Acostumbrados a los hangares, los aliens, los disparos, los monos conductores, el fuego, la violencia, el límite y lo estridente, Megadeth irrumpió con una historia de amor (L) (L):
Ustedes lo pueden ver, no se los voy a explicar, no es ni más ni menos que eso. No entiendo tanto revuelo, esas cabecitas que dicen ”Te vendiste, Mustaine”, “¿Qué te pasó?” y demás cosas similares, son los mismos que después en el ámbito cotidiano la van de progres, critican a las sociedades orientales, despotrican ante idiosincrasias divergentes acudiendo al “media pila, estamos en el siglo XXI” y creen sabérselas a todas. El tipo probó otras cosas, muchachos. ¿Creen, en serio, que a esta altura va a dejar que le impongan la idea de un clip? A ver, el video es pésimo, estamos de acuerdo. Se queda a medio camino entre Nickelback, Aerosmith y Alex Ubago (hasta se encuentra lejos de su esencia, musicalmente hablando). Te puede gustar o no (a mí me parece horrible), pero de ahí a juzgar a uno de los estandartes del heavy metal diciendo que se vendió, son dos cosas distintas. Pienso lo que mismo que una vez escribí sobre Slash: esta banda no tiene nada que deberle a nadie. ¿Qué esperan? ¿Otro Youthanasia? ¿Un “Peace sells”? Las gloriosas bandas metaleras no lanzan un disco que pueda considerarse clásico desde hace años. En mi opinión, el último gran trabajo realizado por una agrupación de culto fue Brave New World de Iron Maiden (un álbum que le puede pelear mano a mano a cualquiera de los ’80), pero después me cuesta encontrar algo bueno.
Si saca un video con disparos, cohetes, marcianos y guerras van a decir, “este Dave no cambia más, siempre hace lo mismo”. Venderse es decir una cosa y después hacer otra, es hacerse el referente contracultural y luego formar parte del opresor en el sistema, es cautivar con demagogia barata y aparatosa al público alienado. Desde hace años que Mustaine confesó haber cambiado radicalmente su estilo de vida, se convirtió al cristianismo, se hizo devoto, controló su adicciones a las drogas y al alcohol. Let it be, gente, sobre todo con el colo que acá en Argentina aun somos varios los que nos preguntamos cómo no fue nombrado ciudadano ilustre o huésped de honor.