Hay una tendencia a no reconocer ni desear aquellos alimentos más sanos para nosotros, sino al contrario, normalmente los alimentos que más nos “gustan” son aquellos que menos efectos beneficiosos tienen para nuestro organismo. A veces tenemos deseos de algo dulce, o salado, o nos apetece algo grasiento o necesitamos un estimulante como el café o la coca cola.
Nuestro organismo bajo determinadas circunstancias nos pide cierto tipo de alimentos pero esta apetencia no siempre responde a una necesidad real de ese alimento.
Entender el fenómeno biológico que hay detrás de los antojos es fundamental a la hora de recuperar unos buenos hábitos alimenticios. Estos mismos alimentos que tanto nos gustan pueden estar generando un desequilibrio en nuestro organismo que haga que los necesitemos para encontrarnos bien. Por ejemplo, algunos alimentos como el chocolate aumentan los niveles de serotonina en el cerebro pero a la vez son alimentos altamente adictivos que podemos llegar a comer de manera compulsiva. Tenemos que entender qué desequilibrios estamos generando con nuestra elección de alimentos y remediarlos para poder entender los mensajes de nuestro organismo y recuperar el instinto que nos ayude a mantener una nutrición optima para la salud.
La hipoglucemia se define en términos generales como una caída del azúcar en la sangre, es decir, de unos niveles de glucosa que, en determinados momentos del día, bajan demasiado. Cuando los niveles de glucosa bajan tenemos más deseo de azúcares, estimulantes y carbohidratos refinados. Pero a su vez la hipoglucemia se produce cuando se abusa de estos mismos estimulantes que generan un auténtico círculo vicioso. El consumo frecuente de azúcares y estimulantes agota a las glándulas adrenales que cada vez se verán más incapacitadas para estabilizar la glucosa en la sangre y nos produce deseos de alimentos a deshoras, deseos de dulces, chocolate, café, alcohol o coca colas.
Alimentos sanos frente a alimentos que engordan
Se ha dado excesiva importancia a las dietas hipocalóricas para adelgazar por lo que hay una tendencia a clasificar a los alimentos entre los que engordan y los que no engordan por su contenido calórico, en vez de entre los que nuestro organismo necesita para estar sano y los que nos desequilibran y aumentan nuestra carga de toxinas. De esta manera acabamos deseando con mayor fuerza aquellos alimentos prohibidos altos en calorías porque no hay una razón de salud para excluirlos pero sólo un deseo de mejorar la imagen exterior.
Alimentos refinados y procesados
Si nos alimentamos a base de alimentos procesados, refinados, envasados y desnaturalizados podemos producir un déficit de micronutrientes como vitaminas o minerales. Este déficit desequilibra aún más nuestro organismo que acaba pidiendo una cantidad excesiva de comida para poder compensar sus carencias lo que puede desembocar en una manera compulsiva de comer. El pan blanco, la harina refinada y el arroz blanco tienen una deficiencia de nutrientes como el zinc y la vitamina B1 y dañan el estado del intestino con lo que se dificulta la absorción de los alimentos. Los alimentos enlatados tienen en general menos magnesio, potasio, hierro, aminoácidos y vitaminas B y C.
Alimentos salados
Nuestras necesidades diarias de sodio varían entre 0.5 g y 1 g. Una dieta que contenga alimentos procesados, ahumados, aceitunas, pan, galletas, cereales tipo cornflakes y queso puede llegar a niveles de sodio de hasta 15 g al día. Un exceso de sodio en las células las debilita y sobrecarga además de dificultar la absorción del calcio y el magnesio. El exceso de sodio en la célula produce ansiedad por alimentos salados ya que cuanto más sodio tenemos en el organismo más necesitamos para mantener el equilibrio homeostático celular.
El comer un exceso de proteínas y en cambio discriminar la ingesta de carbohidratos complejos como pueden ser cereales integrales o legumbres puede ayudar a perder peso inicialmente. Pero estas dietas hiperproteicas son deficientes en vitamina C, producen perdidas de calcio y tienen un alto contenido en colesterol. Estas dietas a la larga causan nausea y fatiga y acaban produciendo un deseo compulsivo de alimentos feculentos. Cualquier dieta nutricionalmente desequilibrada nos va a llevar a comer compulsivamente a la larga pues nuestro organismo va a acabar deseando aquellos alimentos que le suplen sus carencias de manera también descompensada.
Química cerebral y chocolate
Algunos alimentos pueden afectar a las sustancias químicas del cerebro y en consecuencia al estado de ánimo. Los dos neurotransmisores más importantes para la estabilidad de ánimo y los antojos de comida son la serotonina y las endorfinas. La serotonina se libera tras comer carbohidratos y azúcares y trasmite serenidad y estabilidad de ánimo. Las endorfinas se liberan tras comer grasas y chocolate y transmiten altos niveles de energía y euforia a las neuronas. El chocolate contiene azúcares y grasas por lo que estimula la serotonina y las endorfinas y además contiene teobromina, una sustancia similar a la cafeína, y feniletilamina, una sustancia química que se libera en el cerebro cuando nos enamoramos.
En conclusión podemos comer de todo a lo que le tenemos que prestar atención es a las cantidades, y realizar siempre una alimentación sana y equilibrada.