Los mitos de la lactancia

#Nutrición
Por: Dana Sobol

Dar el pecho a tu bebé requiere un proceso de aprendizaje que dura semanas y que en ocasiones puede ser difícil. En ese periodo pueden surgir diversos obstáculos.

En el pasado, cuando no existía la información médica que tenemos ahora, estos obstáculos o dificultades se explicaban con ciertas creencias.

Es importante tener presentes estas creencias y saber cuáles tienen fundamento y cuáles no. Aquí te aclaramos algunos mitos:

1: Mi bebé no está aumentando de peso y creo que es porque no come suficiente

Éste es uno de los miedos más grandes de una mamá que está amamantando. Cuando das el pecho no puedes saber con exactitud la cantidad de leche que tu bebé está tomando, mientras que cuando le das la mamadera tienes las medidas exactas.

Durante los primeros meses de vida de tu bebé, tu pediatra lo verá y lo pesará con regularidad. Si tu doctor ve que tu hijo se está desarrollando adecuadamente, puedes estar tranquila porque eso quiere decir que está recibiendo suficiente leche.

El problema es que cuando las mamás, u otro pariente creen que el bebé no está subiendo de peso, pueden decidir empezar a darle fórmula para complementar. Esto crea un círculo vicioso: cuanta más fórmula toma el bebé, menos lacta y por lo tanto, menos leche produce la madre.

Si tu bebé moja entre cinco y seis pañales al día, se agarra bien al pezón y escuchas cómo traga y, sobre todo, si tu pediatra te dice que está bien de peso y se está desarrollando correctamente.

2: No tengo suficiente leche

Recuerda que es difícil saber la cantidad de leche que produces. En los primeros días después del nacimiento, la naturaleza le permite a la mamá descansar después de su intensa labor. En estos días no produce leche, sino calostro, una sustancia amarillenta que sale en poquita cantidad y que es justo lo que el bebé necesita en ese momento.

El calostro está lleno de grasas, proteínas y anticuerpos que protegen a tu bebé de infecciones y activan su sistema inmunitario. El aparato digestivo del bebé está empezando a funcionar y sólo necesita esas pequeñas cantidades de alimento. Además, el calostro tiene el doble de calorías que la leche, con lo cual el bebé necesita tomar menos, pero el hecho de que la cantidad sea pequeña puede hacer que te parezca insuficiente. Por eso, recuerda que durante los primeros días la leche no va a fluir en cantidad; irá apareciendo gradualmente.

Cada mamá es diferente y cada bebé también. Los dos forman una pareja única y no comparable con otras.

Tampoco es aconsejable que uses un extractor de leche para verificar cuánta leche estás produciendo, ya que la cantidad de leche que se extrae con el “sacaleche” no es la misma que obtiene el bebé cuando se prende al pecho.

3: Mi leche no es buena

La leche materna en general, tiene la misma composición para todas las mamás. Aunque te parezca mentira, incluso en mamás que viven en países donde no pueden tener una dieta equilibrada, la composición de la leche materna es la misma, a menos que haya un problema médico.

Lo que sí que afecta la cantidad de leche que produces es darle a tu bebé la mamadera. En el momento en el que reduces la frecuencia con la que lo estás amamantando, disminuye tu producción.

No todas las mamás pueden, o quieren, amamantar. Pero si tu intención es darle el pecho, no te preocupes por la calidad de tu leche.

4: Los enojos hacen que se seque la leche

Aunque si estás nerviosa o estresada es posible que tu leche tarde un poquito más en fluir, esto no quiere decir que vayas a dejar de producir leche. Los nervios no cambian la composición y el valor nutritivo de tu leche.

5: Si la leche tiene un aspecto acuoso hay que dejar de amamantar

Es cierto que la leche materna tiene un aspecto acuoso en ocasiones, pero esto es normal. Al principio de la sesión de amamantamiento la leche tiene menos grasa y por eso se ve más acuosa. Esta leche está diseñada para calmar la sed del bebé y tiene más agua y azúcar y menos grasa que la que sale después.

Cuando ya llevas unos minutos amamantando, la leche que sale tiene más grasa para darle a tu bebé la nutrición que necesita.

No compares el color de la leche materna con el de la leche de fórmula porque son muy diferentes. La leche materna se tiene que ver más clara y acuosa que la de fórmula porque así es su aspecto natural.

6: Para producir más leche hay que comer ciertas cosas y evitar otras

Los ají picante, los porotos o el chocolate no se recomiendan durante la lactancia, según ciertas costumbres, porque pueden reducir la producción de leche. Aunque no es cierto que vayan a reducir la leche que produces, sí que hay ciertos alimentos que pueden afectar a tu bebé. Algunos bebés por ejemplo, son sensibles al sabor que produce en la leche el comer coliflor o ajo.

Si observas algún cambio en tu bebé después de comer estos alimentos, evítalos durante un par de días para ver qué pasa. (Lee más sobre la interacción entre los alimentos que comes y la leche materna).

Algunos de los alimentos que se recomiendan tradicionalmente para el periodo del amamantamiento son la avena cocida en leche, maní, pero no hay ningún estudio científico que haya demostrado que el comer estos alimentos aumente la producción de leche materna.

Otra creencia popular es que beber cerveza aumenta la producción de leche, pero tomar alcohol mientras das el pecho no es recomendable y también aumentará tu peso.

Lo que sí que está demostrado que funciona para producir más leche es dar más el pecho. Cuanto más se alimente tu bebé, más leche producirás.

7: Si tu mamá no tenía mucha leche, tú tampoco la tendrás

Lo que determina la cantidad de leche que una mamá produce, a no ser que haya un problema médico, es la frecuencia con la que alimenta a su bebé. Cuanto más lacte tu bebé, más leche producirá tu cuerpo.

Quizás tu mamá se encontró con algunas dificultades cuando intentaba dar el pecho, y no obtuvo la información o el apoyo necesario para superarlas.