Ciudad musical

#PensarLaCiudad

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¿Se acuerdan de Spinetta tocando en el subte? ¿O de Arjona? ¿The Beats en Plaza Francia? ¿Pasaron alguna vez frente a una disquería en Av. Corrientes? ¿Vivieron en la época de los altoparlantes en cada esquina, el himno nacional y las noticias que nadie se perdía? ¿Vivieron al lado de una escuela? ¿O de la bombonera? ¿Han cerrado una ventana para no escuchar los autos? La ciudad suena, la ciudad vibra, la ciudad canta.

Es cierto, sólo recordamos el 2 % de lo que oímos, pero ¿por qué no puede ser un buen dos por ciento? La contaminación sonora tiene efectos nefastos sobre la salud, en especial de niños y ancianos: provoca pérdida permanente de la audición (a partir de los 75 db), déficit atencional, aumento de la presión arterial, entre otros problemas. Y en ciudades como Buenos Aires existen múltiples puntos donde el ruido contamina, lastima y enferma.

Ahora, ¿es el sonido parte de la identidad local? ¿Puede ser un atractivo turístico? Por ejemplo, ¿se les viene a la mente el ruido del mar? ¿El sonido de una tormenta eléctrica? ¿Los pájaros en Río de Janeiro? ¿El ganado en Brandsen?

¿Cómo nos autoregalamos un 2% extra de lindos recuerdos? ¿Cómo lo hacemos rentable? ¿Cómo transformamos nuestra ciudad en una gran caja musical?

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“El Muro del embudo” en Dresden nos propone captar el agua de lluvia, Inside Out Dorset utiliza el sonido del viento para crear una orquesta o paisaje sinfónico, David Byrne utiliza los elementos constructivos de un galpón neoyorkino como instrumento musical. En Buenos Aires son comunes los recitales y cine a cielo abierto en verano, los músicos en el subte y en la calle; incluso el Teatro Colón nos ofrece una gran pantalla exterior. Una de las cosas que más recuerdo de Madrid, donde estuve de pequeña fue que había un músico “en cada esquina”. ¿Qué pasa si combinamos todo esto? ¿Si sacamos parlantes fuera de todas las salas de música para que los transeutes escuchen en vivo cada espectáculo? ¿Por qué no fomentamos que haya más músicos callejeros?

¿Qué hacemos con la contaminación? ¿Con los edificios que generan enormes muros de hormigón que rebotan todo el ruido hacia la calle? Bueno … podemos convertirlos en muros verdes (y absorbentes) o podemos usarlos de parlantes, si cambiamos el ruido de la calle por uno que nos guste …

¿Por qué no convertimos al clima en nuestro instrumento musical? ¿Por qué no intervenimos las enormes medianeras expuestas, tan frecuentes en nuestra ciudad para que capten el sonido del auga? ¿Por qué no hacemos cantar a ese viento molesto que se genera entre los edificios algunas veces?

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Reducir la contaminación sonora es necesario y posible, disminuyendo la cantidad y velocidad del tránsito motorizado, garantizando su fluidez, usando pavimento fonoabsorbente (en vez de común), utilizando vegetación para absorber parte del ruido que permanece. Corredores verdes de especies variadas permitirían mejorar el aire de la ciudad (que haya más oxígeno), disminuir el riesgo de inundaciones, aliviar el estrés (por el efecto del color verde), absorber parte de la contaminación sonora, mejorar el aroma (si usamos especies aromáticas), producir alimento gratis para todos (si son frutales), e invitar a diversas especies de aves que vuelven ni bien se les brinda un lugar apropiado para estar y desplazarse. Con el clima local no sería difícil tener pájaros cantando a lo largo de todo el día por todas partes.

Imaginen los bocinazos y sirenas de las avenidas céntricas, una calle cuyo sonido nos agobia es un lugar del que procuramos irnos. Ahora, imaginen, una calle llena de verde, sombra en verano y sol en invierno, colores, sonidos y aromas agradables, ¿les invita a quedarse? Un buen ruido es una invitación a escuchar.

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