Por: Claudia Peiró
Hace poco leí en un sitio web anglosajón una lista de motivos para mudarse de modo urgente a Francia, con crisis y todo. Lo voy a comentar aquí, sobre todo porque me parece indicativo de “la mirada de los otros”. ¿Qué ven otros -los ingleses en este caso- de atractivo en ese país; qué valoran que los locales no perciben o consideran normal?
Aclaro desde ya que, en este tipo de cosas, no se puede generalizar. Recuerdo una anécdota de un célebre escritor que viajó a Inglaterra. A su regreso le preguntaron: ¿Cómo son los ingleses? Y él respondió: No sé, no los conocí a todos. Me disculpo: no me viene a la memoria el nombre del autor de la réplica (si alguien me ayuda…), pero la incluyo para dejar sentado que lo que sigue es sólo un divertimento y que la percepción y la experiencia que cada uno puede tener al tomar contacto con otra cultura es muy diferente en cada caso. A veces, incluso opuesto.
Como le reproché una vez a un amigo francés, sus compatriotas ya me hicieron “quedar mal” varias veces. Por ejemplo, me cansé de decir que los franceses no eran tan fanáticos del fútbol como nosotros, que son más bien “pecho frío”, que un francés puede muy bien no ser hincha de ningún equipo: nadie lo considerará por eso un marciano, que no tienen cultura de hinchada, que no cantan consignas (salvo un “oh-la-lá”), etc., etc. Y cuando ganaron el Mundial salió un millón de ellos a la calle en París para desautorizarme. En fin, mejor no arriesgar con generalizaciones.
Aún así, creo que existen tendencias y costumbres inherentes a cada cultura. De modo que, después de todas estas precauciones y advertencias, acá vamos…
El sitio que elaboró la lista se llama Buzzfeed y es británico, por lo cual su mirada no coincide siempre con un punto de vista latino. Recorrer los ítems que señala es interesante también por lo que dice de los contrastes entre ambas culturas, separadas “sólo” por un canal.
“Francia hace agua la boca”
La primera cosa atractiva que menciona Buzzfeed es el pan, un rubro en el cual los argentinos no tenemos tanto que envidiar. La baguette es exquisita pero el pan argentino (que por algo llamamos “francés”) también es muy bueno. Sin embargo es verdad que, en ciertos países, la panificación está muy poco desarrollada. De modo que tener casi una panadería por cuadra no deja de ser interesante.
La segunda cosa que llama la atención –y gusta- a los ingleses es que se puede comer la baguette recién comprada –o el largo sándwich de- en la calle sin atraer miradas. Coincido con esto.
En términos generales, en Francia se puede hacer casi cualquier cosa en público sin ser observado como a un loco. Esto es una característica muy francesa: cierta indiferencia ante lo extravagante. O, visto de otro modo, un respeto infinito por los antojos y los gustos de terceros. Nadie se mete con nadie. Es una libertad interesante. Las preguntas personales y directas (tipo: ¿sos casado/a?, ¿a qué te dedicás? ¿dónde y con quién vivís?) pueden muy bien ser el último ítem de una primera conversación con quien se acaba de conocer (y a veces también de un segundo y tercer encuentro), al revés de lo que suele suceder entre nosotros. Es cierto que a veces exageran y llegan a la frialdad. Y, luego de un tiempo, los latinoamericanos nos ponemos a echar un poco de menos a los vecinos “metidos”. Un poco, dije.
El tercer ítem son los quesos. Cuatro, las medialunas. Cinco, el café. Seis, las crepes (panqueques). Siete, toda la comida en general, del foie gras a las quiches (tartas saladas) y el vino por supuesto. Es natural. La cocina inglesa es de las más insulsas del mundo. Salvo los scons y algunas tortas del five o’clock tea, no hay mucho para destacar.
De todos modos, es verdad que, en términos generales, toda la cocina francesa es un atractivo. La alta calidad de los chocolates, lácteos y fiambres (léase patés y embutidos) es un poderoso factor. “Francia es un país que hace agua la boca”, dice la nota.
Conquistas sociales
Los puntos 8, 9 y 10 están dedicados al trabajo y la seguridad social.
Las 35 horas (límite de la jornada laboral en la mayoría de las empresas) son un primer motivo de envidia laboral, según la nota. Claro que no se cumplen de modo generalizado, depende bastante del tipo de trabajo. De todos modos, hay que decir que en Francia los horarios de los comercios están todavía mucho más regulados que en Argentina, por ejemplo. Los supermercados suelen cerrar a las 20 horas. Algunas grandes tiendas fijan un día “nocturno” por semana; es decir, corren el horario de cierre un par de horas. Lo mismo vale para las peluquerías, que en días normales bajan la persiana a las 6 o 7. El lunes, muchos negocios están cerrados, incluso algunos supermercados, al menos hasta el mediodía.
Cinco semanas de vacaciones pagas al año son otro atractivo para muchos trabajadores de otros países, así como la totalidad del sistema social (salud, subsidios a la vivienda, etc).
Desde el punto 11 en adelante, el tiempo libre y lo mucho que hay para hacer en él. Por caso, los trenes son otro motivo por el cual vale la pena vivir en Francia: magnífico y eficiente medio de transporte tanto metropolitano como interurbano: cómodo, veloz, puntual y de costo relativamente accesible, dependiendo del tipo de servicio. Por lo tanto, se puede tomar un tren barato (no un tren bala, que es más caro) para visitar otras ciudades, playas, estaciones de esquí.
Todavía van a la feria
Punto 15, los mercados. ¿Se acuerdan de las ferias que había antes en la Argentina? Dos veces por semana, en cada barrio, los feriantes desplegaban puestos de frutas, verduras y carne a lo largo de dos o tres cuadras. Era práctico, cómodo, ¿económico también?, no lo recuerdo, pero imagino que sí. Insólitamente, eso que desapareció de nuestras ciudades (quedan sí mercados cubiertos, como el Del Progreso en Caballito), está todavía vigente en París, en muchos barrios.
En algunos, inclusive, estas ferias son permanentes, están de lunes a sábado: es el caso de la de Aligre y la de la rue Mouffetard. Ambas constituyen sendos paseos turísticos, una suerte de recorrida por lo más animado y tradicional. Se los recomiendo. El ambiente en estos mercados es el de cualquier feria: bullicio, color y pintoresquismo.
Punto 16, los franceses se visten bien. Difícilmente vayan de entrecasa al supermercado. No sé si constituye un atractivo, pero es verdad.
Entretenimiento
Los puntos 17 a 22 están destinados a la cultura y al ocio.
En Francia hay museos a granel. No se puede menos que coincidir. El Louvre es archiconocido pero hay muchos otros que vale la pena conocer, como el muy original dedicado al escultor Rodin, del que ya hablé en otro post. Y están también los de las ciudades del interior. Lyon, por ejemplo, al sudeste de Francia, tiene 18 museos.
El teatro, el cine y los festivales. En la capital francesa hay cines por todas partes y para todos los gustos. Hay salas especializadas que sólo pasan cierto género o que se concentran en filmes de un país o continente en particular (cine sudamericano por ejemplo). Por mucho tiempo –un año entero y más-, un cine de la Rue des Écoles (Barrio Latino), con una lógica casi de museo, pasaba únicamente filmes de Chaplin, semana a semana repetía esa programación… ¡a sala llena! Hasta que decidió cambiar… por las de los Hermanos Marx, con la misma modalidad…
La vida nocturna (con clubes y discotecas abiertas hasta las 4 de la mañana) es natural que impacte a un inglés. Difícilmente impresione a los argentinos ya que nadie nos supera en la materia.
El que no sea amante de los clubes, dice Buzzfeed, puede optar por una noche al aire libre con pan, queso y vino. Es lo que un inglés puede considerar una salida original y transgresora.
Del punto 23 al 25 se enumeran acontecimientos deportivos interesantes: las 24 horas de Le Mans o el Tour de France. No es para mí: no me atraen ni el automovilismo ni el ciclismo… pero hay gente para todo y estas dos competencias tienen millones de fans. También el Parkour, dice el sitio, sería un invento francés, de modo que pueden verse exhibiciones de esta rara práctica urbana.
En el punto 26, se mencionan algunos aportes de Francia al mundo: el teléfono con cámara, la aspirina, el secador de pelo y el sacapuntas. Sinceramente, no lo veo como un factor para decidir vivir allá. Además, creo que los franceses han hecho contribuciones muchos más valiosas al mundo; sobre todo intangibles, en el plano de las ideas…
Finalmente, los últimos ítems se refieren al estilo de vida más bien relajado, algo opinable. Es verdad, que, aunque los franceses se quejan de la burocracia de su Estado, éste funciona con una eficiencia muy superior a la que estamos acostumbrados en otras latitudes.
Casi nadie trabaja los domingos en Francia, también es verdad.
Y algo de lo que sí puedo dar fe es de que los decibeles ambiente están mucho más controlados que por aquí. El silencio es salud.
Hasta ahí, la lista de Buzzfeed.
Por mi parte agrego: Francia es un país grande y chico a la vez (la quinta parte del territorio argentino). Tiene casi todos los climas y geografías, mar y montaña, playa y costa acantilada, bosque frondoso (la Selva Negra), una pequeña “pampa” (la Camargue) y, por todas partes, huellas y reliquias de su historia varias veces centenaria. Todo a una distancia razonable y conectado con buenas rutas y excelente transporte público.
En lo que concierne específicamente a París, siempre digo que tal vez haya ciudades más impactantes, con más historia y arte por metro cuadrado (Roma, Florencia, Praga, Brujas), pero como ciudad grande y a la vez cómoda para vivir no la supera ninguna.
A la estética y perspectiva cuidadas y al exhuberante patrimonio cultural e histórico, París suma un tamaño que sigue siendo humano (puede verse en un día, aquí lo demuestro), un transporte público de los mejores del mundo, limpieza, orden, escaso ruido en proporción a la cantidad de autos y gente, abundancia de plazas y jardines, de bares y restaurantes, entre otras cosas. El clima no ayuda mucho, porque París es una ciudad bastante gris (es raro que no tiene tanta fama de eso como Londres, y sin embargo…), pero todo lo demás compensa ampliamente los días nublados.
No tengo intenciones de mudarme, pero si por alguna razón debiera optar por una ciudad que no fuese Buenos Aires, ya se pueden imaginar cuál elegiría. Aclaro también que a muchísimos franceses los fascina la Argentina, así que en un próximo post voy a hacer la nota “viceversa”: por qué consideran ellos que el nuestro es un país en el cual vale la pena vivir…