Brasil: Beto Carrero. Volver a ser niño.

#RecordarEsViajar

Recuerdo de mis Viajes por Brasil.

 

Sumergido en una intensa charla. Bajaba del colectivo que nos había llevado hasta allí. Todavía seguía conversando. Aunque ya no recuerdo el tema. Seguía muy distraído. De pronto frente a mi vista apareció una mole indescifrable. Un gran castillo multicolor, parecía de praliné, con torres como cucuruchos de helados invertidos. Enorme. Para mi emergió de la nada. No seguía específicamente nuestro recorrido. Pero esta es para mí una aparición. Es mágico ¡Una maravilla!

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Brasil. Beto Carrero. Un gran castillo apareció de la nada.

Su estacionamiento muy cuidado y un Helicóptero que descendía. Mi adrenalina empezó a trabajar en mi mente, insaciable de la acción. Inquieto. Ya me quería subir a él. En seguida averigüe si estaba incluido en nuestro paseo. El ¡Noo! fue rotundo. Tratemos de no separarnos. Fue la orden. Estábamos los periodistas de Visión- Asociación Internacional de Periodistas de Turismo- listos para conocer el World Beto Carrero.

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Brasil. Beto Carrero. Un gran parque temático del lejano Oeste.

Pisábamos suelo Brasilero al norte del Estado de Santa Catarina, en el Balneario Penha. Muy cerca de Camboriu. Este parque temático, orgullo de Sudamérica alberga en él, trabajo para 1200 operarios y artistas, para las 100 atracciones que guardan en este predio. Su mayor preocupación provocar el deleite del público. Parece recién inaugurado por su impecable estado y ya tiene 17 años, su preocupación es la diversión a gran escala.

Atravesamos la gran mole de cemento e ingresamos al mundo de la Fantasía. Ese gran castillo que es la puerta de entrada, tan hermoso de afuera como por adentro. Que magnífica oportunidad para tener una regresión y sentirse niño nuevamente. Por qué no. Con sus caprichos, berretines y risas francas, con ojos preparados para el asombro. Que magnífica oportunidad, no la desperdiciemos.

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Brasil. Beto Carrero. Un gran murallón de piedra viva y el teleférico.

Ingresamos al gran parque, nos organizamos de manera de empezar un recorrido. Sus avenidas internas muy cuidadas, muy limpias, con muy buena vegetación, muchos canales de aguas cristalinas y hermosos lagos. No faltan los murallones de piedras vivas y muy trabajadas. Abundan los Restaurants, cafeterías, Heladerías, Guardarropa, y grandes tiendas con Suvenires.

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Brasil. Beto Carrero. Barcos Piratas con importantes atracciones.

En principio íbamos todos juntos. Rápidamente se desprendió el primer grupo. Nos vamos a la montaña rusa. Grito uno de ellos. Por mi parte hacia un buen rato que tenía un zumbido en mis oídos. Eran ellos que trataban de convencerme. Me susurraban detalles de la misma, Uno de cada lado. Esta bendita (Látigo de fuego) desarrolla 100 km de velocidad, con cinco Loopings, a 40metros de altura. Es un verdadero desafío. Vení Raúl. No seas miedoso. Me decían mis compañeros de Aventuras. Me derretía de las ganas de ir. Los muy atrevidos me agarraban de las manos e intentaban arrástrame. Me había comprometido a hacer una recorrida tranqui y no podía faltar a mi palabra. Lamentablemente me tuve que jurar a mí mismo… Volver. Así pegarle una sacudida a las atracciones más violentas.

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Brasil Beto Carrero. El museo con un gran sombrero tejano de techo.

Ingresamos al Museo de Beto Carrero. Su inventor- Hoy desaparecido- Un amante de los Cowboys del lejano Oeste. Todo el parque tiene esta temática. El sombrero Tejano es el símbolo temático preponderante en todo el recorrido. Almorzamos en un coqueto restaurant en el Patio de comidas. Como los insectos fui atraído por el brillo que irradiaban las 1800 lamparitas que iluminaban el Carrousel Veneciano (Calesita para los Argentinos) En dos pisos, una maravilla que te dan ganas de volver al chupete y el biberón. Me imagino ser niño con semejante voluptuosidad. Una verdadera fascinación.

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Brasil. Beto Carrero. para los más chicos el Gran Carrusel de dos pisos.

Apuren, apuren con los postres que empieza el shows de los coches no se lo pueden perder. Agarrar los bártulos al vuelo y salir disparado, las distancias son importantes, caminar rapidito si la intención es llegar a tiempo. Al fin estábamos subiendo a la Gran tribuna. Enorme. Repleta. Apenas quedaban muy pocos lugares. Nos tuvimos que separar. Escasamente tuvimos tiempo para encontrar el disparador de las máquinas fotográficas y ya empezó. Maravilloso marco para tan imponente espectáculo. El sol caía a plomo, perdía toda su intensidad en el color de esa pista renegrida y rugosa. Te Invitaba a la velocidad.

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Brasil. Beto Carrero. El gran Show de coches a toda velocidad.

Una persecución al límite de los aceleradores entre los buenos y malos. Una gran circuito y detrás como enmarcando esta decoración un pequeño pueblo. Con Avenidas y encrucijadas que desembocaban en la pista. De pronto detrás de los edificios aparecieron los Volkswagen a toda marcha, grises y rojos. Sus motores explotaban de las aceleradas que le daban sus pilotos. Olor a combustible, humo de sus escapes, curvas, frenadas. Todos los condimentos para que te empieces a sentar cada vez más cerca de las punta de los asientos. A poco de disfrutar ya estas pegando volantazos, acelerando y frenando. Punta y taco. Tu cuerpo empieza a moverse al compás de los coches y motores.

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Brasil. Beto Carrero. No solo coches también… Motos.

Éramos pocos y aparecieron las motos. Por favor que Shows. Cruces y entre cruces. Peleas cuerpo a cuerpo. Uno de ellos sobre el capo de un auto. Y la torcida brasilera empezó a tomar partido. El griterío empezó de a poco. Pero en segundos era una masa rugiente y ya no podías estar sentado. Parado y tomando partido de los buenos y malos. El dedo recalentado de tanto darle al disparador de la cámara. Motos y coches. Esto es un River y Boca. Estuve más tiempo dado vuelta mirando la reacción de la gente que mirando a la Pista.

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Brasil. Beto Carrero. Las motos asombraban envueltas en el humo de sus escapes.

Las motos con su fascinación. Sus pilotos acaparaban la atención y ellos haciendo maravillas. Giraban solas sobre su eje, sin conductor, largando una gran humareda, una de ellas hizo una explosión que logro silenciar a la bullanguera tribuna fue tan inesperado que tamaño susto nos provocó. De pronto silencio… el presentador. A partir de ahora lo llamo Ojo de águila, invitó a uno de los presentes a dar una vuelta en auto. Eligió entre la multitud rugiente a una garota que te sacaba el aliento. Me pareció preparado, porque si este candidato tiene tan buena vista quiero que me elija una acompañante todos los días. La niña se paseó por toda la tribuna. Sin ningún apuro. Bajo a la Pista. La Torcida, se movía y gritaba al compás de su cintura. No le faltaba nada. Solamente girar arriba del auto y hacer las mil y una pruebas. Así se lo hicieron. Bajo del coche. Se sacó el casco y subió nuevamente a su lugar, moviéndose como si nada. La tribuna… ¡Caliente!

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Brasil. Beto Carrero. El gran corcel blanco y su gran jinete justiciero.

Luego un paseo en tren bien tranqui, con el ataque de bandoleros a caballo y el salvador emulo de Beto Carrero, en el corcel blanco y revoleando su látigo nos salvó… por suerte. Luego entramos a la gruta de los dinosaurios, con sonidos y movimientos que nos transportaron a la era de las cavernas. Ya a pie recorrimos, pasadizos, puentes atravesando lagos, la isla de los piratas, la vuelta al mundo en originales sombreros de cowboys, te permiten ver un poco la gran dimensión de este parque.

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Brasil. Beto Carrero. El viaje en teleférico te permite ver los castillos de caramelo.

Pero si quieres apreciar su verdadera magnitud, no te pierdas un viaje en el Teleférico, sus 23 góndolas a 30 metros de altura. Sus 800 metros de recorrido te da toda la sensación de recorrer una gran torta de cumpleaños. Adornada con torres y cuerpos de caramelo, una hermosura para ver. También lo podes hacer más violento desde otro mirador. El Big Tower. Una torre de 100 metros, donde te suben muy lentamente de manera de que puedas ir pensando en tu testamento. Unos segundos para rezar… a 120 kilómetros por hora. Caída libre. ¿Te imaginas?

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Brasil. Beto Carrero. Pasadizos y puentes entre los espejos de agua.

Y otra vez salimos disparados. Vamos hay que apurarse, empieza el gran show, en el salón principal, con el último aliento estábamos ingresando. Mientras tanto sin prisa y sin apuro las primeras sombras comienzan con su ritual, montar en este teatro que es la vida, un nuevo capítulo- el crepúsculo- poco a poco quieren invadir nuestro espacio.

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Brasil. Beto Carrero. Los juegos con agua permiten una gran diversión.

El salón es descomunal, apenas nos acomodamos y ya estaba todo en movimiento, un escenario enorme, tan grande que permitió el desenvolvimiento y las corridas del gran caballo blanco. Un corcel de ensueño salido de los libros de cuentos. Un gran Show musical con una infinidad de bailarines y cantantes. Casi sin pensarlo y ya estábamos saliendo de él. La noche ya era parte nuestra. El cansancio se había apoderado de nosotros. Sin darnos cuenta habíamos pasado el día entero. Nuestro sueño infantil había encontrado la página que nunca se quiere encontrar. Fin…

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Brasil. Beto Carrero. El Big Tower, caída libre a 120 kms. por hora.

Subí al colectivo pero a manera de despedida me di vuelta para darle la última mirada al World Beto Carero. No sin antes prometerle que en la próxima- Es la Violenta- La montaña rusa y el Big tower, una torre con 100 metros de caída libre van estar primeros en mi agenda. Hasta Pronto.

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Brasil. Beto Carrero. Grandes figuras que te invitan a sentirte modelo.