Adiós a la madre autosuficiente o cómo pedir lo que necesito

#SerMadres

10e76cbedcdd1140d7750eb84207a2a2

“Cuando sos mamá si no sos la mujer maravilla parece que no sos moderna” -dice fastidiada una madre, sin saber que es un tema recurrente sobre el que escribo. Me quedo pensando.

A ella, como a tantas de nosotras, la vida actual le resulta “gorda”. Trabaja, estudia, tiene dos hijos y vive haciendo malabares para sentirse menos culposa. Y sí, junto con el mito de la madre abnegada está el paradigma arraigado de la “madre autosuficiente”. Aparentemente, todas las madres podemos (y debemos) cumplir con expectativas de lo más amplias y diversas.

Y todo, por supuesto, con una sonrisa publicitaria. ¡Nunca lo olviden!

La madre autosuficiente delega poco porque ella es capaz de ser cocinera, médica, remisera, maestra, mediadora, peluquera, asesora de imagen, artesana, kinesióloga, psicóloga, oradora motivacional, abogada defensora, secretaria, organizadora de eventos y docente, entre otras bellísimas profesiones. Y termina el día completamente satisfecha de su impecable labor. ¿Ah, no? Bueno, algo satisfecha. Bueno, tal vez un poco satisfecha pero despeinada y ojerosa. Bueno, puede haber otras opciones…

La madre autosuficiente se devora a cualquier madre. Por eso hoy propongo un ejercicio de coaching que me enseñaron. Aprendamos a pedir. Y a la hora de pedir tengamos claro:

¿Qué necesitamos? ¿Tiempo para nosotras? ¿Delegar tareas? ¿Hablar claramente de algo que molesta?

¿Quién es el destinatario del pedido? ¿La maestra, nuestras parejas, nuestros hijos, los abuelos?

No demos nada por obvio. Una profesora me contó que su hijo de 9 años se ofreció a lavar los platos. Cuando ella fue a la cocina, todavía temblando de la emoción, encontró todo sucio. El nene solamente había lavado (literalmente) los platos.

¿Qué resultado concreto esperamos? Seamos claras en esto, cuanta mayor claridad, menos margen de error.

¿Para cuándo lo queremos? ¿No les pasa que piden algo y pasan las horas y no se hace? Les suena, ¿no?

Este ejercicio no nos salva de la madre autosuficiente, pero nos invita a repensarla. ¿Qué les parece?