Por: Juan Chiramberro
No es alocada ni ambiciosa, ni mucho menos pretenciosa, la idea de que Walt Disney haya diseñado el parque de diversiones más famoso del universo inspirado en la República de los Niños. Son muchos los testimonios que sitúan al padre del ratón Mickey el día de la inauguración del predio ubicado en la localidad de Gonnet, el 26 de noviembre de 1951. Habría, entonces, caminado uno de los artífices más destacados del mundo de la animación a pasos del entonces presidente Juan Domingo Perón. Mito o realidad, cuatro años después, el 17 de julio de 1955, nace en California: Disneylandia.
No es ambiciosa ni pretenciosa, ni mucho menos alocada, la idea de que los niños puedan descubrir a través de la exploración, de la aventura y del juego, el ideal ejercicio de las instituciones democráticas, la pura esencia del concepto de república, los derechos civiles de cada ciudadano y el compromiso social que garantice el satisfactorio funcionamiento de todos los eslabones que conforman un Estado.
No es pretenciosa ni alocada, ni mucho menos ambiciosa, la idea de que la República de los Niños se encuentre, gracias al exquisito trabajo de construcción de fantasías comenzado en 1949, entre las 7 maravillas arquitectónicas de la República Argentina.
Caminar por las calles y avenidas de la República de los Niños es sentirse, por un momento, Alicia en el país de las maravillas. Uno, siendo adulto, puede recorrer los 35 edificios, que se reparten por las más de 50 hectáreas del predio, creyéndose un gigante. El estilo medieval de su arquitectura, la combinación de colores en todas sus escalas y los escondites que se presentan a cada paso, hacen del lugar un escenario de fantasía, una formidable ilusión óptica. Es algo así como introducirse en un increíble y maravilloso cuento de princesas y dragones.
Puede uno creerse juez en los Tribunales de Justicia, diputado en la Cámara baja o locutor en los estudios de radio. Puede uno jugar a ser gobernador, monaguillo o ferroviario. Puede uno actuar en el anfiteatro, cuidar una cabra en una granja o ser capitán de un navío, porque todo en la República de los Niños está pensado para que uno sea lo que quiera ser, o bien, para que juegue a ser lo que no quiere o lo que nunca pensó que podría llegar a ser. Es algo así como cambiar de roles, como sentarse un momento en el lugar del otro, del que no hace lo que hago yo durante el resto de los días, y tratar de interpretarlo. Por eso, esta República no es sólo de Niños, como así tampoco la otra es sólo de adultos.
Fotos exclusivas para #TeMuestroLaPlata, gentileza de Ayelén Santandrea.
La República de los Niños se encuentra en Camino Gral. Belgrano y calle 501 (Gonnet – La Plata).
Cómo llegar: http://www.fundacionvalorar.org.ar/republica2008/comollegar.asp
Horario de visita:
Lunes a Viernes: 10:00 a 18:00 hs.
Sábados, Domingos y Feriados: 9:00 a 19:00 hs.
Precios de Entradas:
Menores de 7 años: Entrada Gratis
Mayores de 7 años: $15
Estacionamiento: $10