Por: Juan Chiramberro
El mediodía del 24 de noviembre de ese mismo año en el que comenzó el último Golpe Militar en nuestro país, nuevamente una vivienda de la ciudad de La Plata estaba siendo arrasada por las fuerzas de la dictadura más inmunda de la historia argentina.
En el ataque, en el que participaron un centenar de efectivos del Ejército y de la Bonaerense, asesinaron a Diana Teruggi, una joven estudiante de Letras, y a cuatro compañeros de militancia que en ese momento se encontraban en el mismo domicilio (Daniel Mendiburu Eliçabe, Juan Carlos Peiris, Roberto Porfidio, y Alberto Bossio), ubicado en calle 30 entre 55 y 56. Daniel Mariani, la pareja de Diana, no estaba en la vivienda en el momento de la masacre. Meses más tarde iba a ser asesinado en la zona de 132 y 35.
Clara Anahí, hija de de Diana y Daniel, tenía apenas tres meses en ese noviembre de 1976. Además de haber sufrido el asesinato de sus padres, también sufrió el robo de su identidad. Hoy, la ciudad de La Plata la sigue esperando.
Hace no tantos días, la vivienda de calle 30, que funciona actualmente como Casa-Museo, amaneció con pintadas intimidatorias. Más que nunca, a 38 otoños del nefasto 24 de Marzo de 1976, el verbo no es recordar.
Hace un año, desde un portal de noticias políticas, me pidieron que escriba unas palabras sobre el 24 de marzo. Siendo que la idea es la misma, sólo me queda replicar algunos párrafos:
El verbo no es “recordar”
La mayoría de las definiciones enciclopédicas coinciden en la idea de que “recordar” significa “traer algo a la memoria”. Si algo se trae a la memoria es porque ese “algo” no está presente. Es decir, “recordar” supone la situación de “no tener algo presente”, o lo que es peor, “recordar”, supone la acción de “haber olvidado algo”. Entonces, comenzaremos diciendo que no hay nada, hoy, para recordar.
La mayoría de las definiciones enciclopédicas defienden la idea de que “conmemorar” significa “recordar un determinado acontecimiento o persona”. Entonces, si “conmemorar algo o a alguien” presume la acción de tener que recordarlo, “conmemorar”, supone la acción de “haber olvidado algo o a alguien”. Entonces, más que nunca, debemos decir que hoy no hay nada que conmemorar.
Sería propicio exponer que los argentinos vamos a poder recordar y conmemorar un 24 de marzo el día en que la historia pueda ser contada bajo la estructura narrativa clásica de un texto literario, con un principio, un nudo y un desenlace. Mientras esa historia no tenga un final, seguiremos siendo protagonistas, como sociedad, de la novela más dramática y sangrienta escrita desde aquel 25 de Mayo de 1810.
Todavía, hay madres y abuelas que salen todas las mañanas con fotos, documentos y papeles en sus carpetas para presentarse en tribunales, en organizaciones sociales, en hospitales, en escuelas, en iglesias, o en la casa de algún vecino, con la única esperanza de poder cerrar esta historia, de poder recuperar y pedir por los 38 años que les fueron robados.
Todavía hay hermanos, muchos que ya pisan los cuarenta, que se suben todas las mañanas a algún colectivo en Plaza Italia, o que miran cara a cara a todas las personas que se cruzan en las tribunas de Gimnasia y Estudiantes, con la única expectativa de encontrar algún rasgo que les sea familiar en algún rostro ajeno. Todo eso, para poder cerrar esta historia.
Todavía hay organizaciones que luchan todos los días (todos los días, todos los días) para que se siga avanzando en las investigaciones que por tantos años fueron trabadas en la Justicia en consecuencia de las más variadas conveniencias políticas.
La memoria es una de las funciones más complejas del cerebro, funciones que nos permiten poseer la facultad de codificar, almacenar y evocar información y sucesos del pasado. Pero tener memoria social no es livianamente recordar lo que pasó. Tener memoria social no es simplemente conmemorar un hecho como si se tratase del triunfo o derrota de una batalla en épocas de revoluciones independentistas. No al menos para esta historia.
Tener memoria social no es recordar a alguien como si se intentara homenajear el legado dejado por algún pensador de grandes influencias políticas. Tener memoria es tener conciencia. Tener memoria es tener conciencia de lo que pasó. Tener memoria social es resignificarse como sociedad. Tener memoria es hacer. Tener memoria es actuar. Tener memoria es decidir, es cambiar, es luchar.
Se podría, tal vez, en algún futuro 24 de marzo, recordar todo los hechos nefastos y macabros que tuvieron lugar desde aquel día. Se podrá, entonces, volver a hablar del Plan Cóndor, de los 30 mil desaparecidos, de la Escuela de las Américas, del Mundial ´78, de Malvinas. Pero esas historias tomarán forma de historias cuando realmente se las logre cerrar como historias, cuando todo y todos estén donde tengan que estar. Mientras esto no sea así, el verbo no es “recordar”.