Por: Juan Chiramberro
Recién nacía el Siglo XIX cuando la Ensenada de Barragán celebraba su fundación, el 5 de Mayo de 1801, tras pedido del Virrey Marqués de Avilés. Es que Buenos Aires necesitaba complementarse con un puerto natural, y encontraron, en esas tierras costeras del Río de La Plata, la oportunidad de expandir sus actividades comerciales.
Apenas unos años después, piratas ingleses intentaron desembarcar en sus playas para conquistar Buenos Aires. Ese ataque fue conocido históricamente como las invasiones inglesas y, siendo efecto secundario para los colonialistas europeos, algunos historiadores aseguran que la agresión sirvió para unificar los intereses patrióticos de una población que estaba en vísperas revolucionarias, alentando a cambios radicales en lo que respecta a su condición de dependencia.
Fue en otro capítulo, cruzando más de un siglo por delante, cuando cientos de obreros ensenadenses, junto a otros tantos representando a frigoríficos de Berisso, encabezaron el 17 de octubre de 1945, una de las movilizaciones sociales más grandes de la historia latinoamericana, esa que fue a pedir por la libertad de Perón, esa que escandalizó a la elite argentina copando las plazas principales del centro porteño e introduciendo “las patas en la fuente”, y escribiendo, en los nuevos libros de historia, el concepto de lo popular como movimiento de fuerza. Con todos esos antecedentes cargados en la espalda, viaja el ensenadense por el mundo. Es que parte de su esencia, como la de todo ser humano, radica precisamente en la resignificación de su pasado, en el quién fuimos para entender el quién somos y construir el quién seremos. Todos allí, saben, que se han debatido cosas importantes en sus pagos, y esa magnitud histórica es la que subyace cuando uno recorre las arterias de la ciudad. Hay aún, en Ensenada, un estilo colonial que la identifica, en las fachadas de sus casas y en el olor a río que perfuma sus callecitas de adoquines.
En esas callecitas, anoche, más de 45 mil personas fueron citadas frente al Polideportivo para festejar un nuevo aniversario de su nacimiento. Estaban todos, de todos los barrios, abrazándose en ese golpe festivo que sólo saben brindar los cumpleaños, porque el aniversario de un pueblo es el aniversario de cada uno de sus integrantes. Entonces, esos miles de ensenadenses tuvieron algo que festejar, y Miranda, y Los Auténticos Decadentes, fueron los invitados de honor en un ritual que jamás le quitó protagonismo a sus artistas locales, porque Los Bombucha, The Patrases y Roberto Brugman fueron también los anfitriones.
Hay que decir de Miranda que son especialistas en llamar la atención. Ni propios ni ajenos pudieron despegar los ojos de estos personajes que se movían en el imponente escenario de la Ensenada, como si el mundo mismo se acabara por la noche. Son los colores, los gestos, tal vez la base rítmica, no lo sé.
Hay que decir de los Decadentes que se merecen la carrera y el éxito cosechado. No escatiman en tiempo ni ahorran energías. El Apocalipsis, si es que lo hubiera, también sería bienvenido con algarabía por este grupo de personajes que alguna vez se encontró en algún tiempo y espacio para fusionarse no simplemente como una banda ska, sino, más bien, como la simbología musical de la felicidad en su estado más puro.
El resto lo hizo la gente, y sus 213 años de historia.