Por: Juan Chiramberro
Fue durante la celebración del 37° aniversario de Abuelas, el último miércoles en el Teatro Argentino de La Plata, cuando Ricardo Siri Liniers dijo que tenía un regalo.
El regalo, como todos los regalos de artistas, de los amantes, de los distintos, fue emotivo más por su carga valorativa, conceptual, única e irreproducible, que por ser objeto en sí.
Resulta que, inmediatamente conocida la noticia de la restitución del nieto 114, en el mes de Agosto pasado, Liniers tomó un papel y expuso un mensaje: “No pudieron robarle abrazar a su nieto”. En la imagen se dibujaba el eterno abrazo de Ignacio Guido Montoya Carlotto con su abuela, Estela.
Como todo hecho histórico tiene una obra que lo represente, este, fue, tal vez, el sello triunfal de un algo esperado por todos. Así muchos lo entendieron y el pequeño rectángulo hecho pintura se difundió mundialmente, congelando uno de los momentos más reivindicativos, justos y emotivos de la historia argentina.
Liniers dijo estar seguro, en el momento de su producción, de saber que ello no le pertenecería a sí mismo, sino, a quien fuera la inspiración de la obra. Aprovechó, entonces, ese momento compartido junto a Kevin Johansen en el fabuloso escenario de la Sala Ginastera, durante la celebración, para entregar a Estela el original de su obra.