Más lejos de lo que suponemos

#TeDigoQueSeSiente

Brasil ocupa el 1,6% de la superficie terrestre, el 5,7% de la tierra firme del planeta y el 20,8% de la superficie del continente americano. Su territorio tiene 8.511.996 km2. De toda esa gran extensión, tan sólo 7.367 km son costas. O sea, playas. Sin embargo, cuando digo que soy de una ciudad del interior del país, los argentinos se sorprenden.

Si bien casi 7 de cada 10 brasileños no viven en municipalidades costeras, la mayoría del mundo prefiere imaginarnos recostados en una playa paradisíaca tomando agua de coco, comiendo camarones y con una caipirinha en la mano. Muchas veces sospecho que aquella ilusión no es más que el profundo anhelo de encontrar un amigo a quien manguearle una casa en enero. Por eso, en esos casos, la decepción no tarda en llegar.

Esto es simplemente una observación para señalar un hecho: a pesar de su proximidad geográfica, Brasil y Argentina no podrían estar más lejos. No es sólo una cuestión de colonizadores o de lingüística, es una cuestión de estereotipos. A pesar del inmenso tránsito turístico y migratorio entre los países, nos conocemos poco.

Para la mayoría de los argentinos Brasil es lo mismo que para la mayoría de los gringos: playa, fútbol, mulatas y pastores evangélicos. Para la gran parte de los brasileños, la Argentina no pasa de Buenos Aires, tango, carne y alfajores. Si tenés suerte, Bariloche. A pesar del Mercosur, de las relaciones diplomáticas y comerciales tan cercanas, no hemos logrado aproximar verdaderamente nuestras historias.

Algo que siempre me resultó curioso -en especial desde que vivo acá- es que en la época en la que iba a la escuela en Brasil, no me hicieron leer ningún libro de un autor argentino. De hecho, en la clase de literatura, sólo  recuerdo haber estudidado autores brasileños, europeos y norteamericanos. Ni rastros de Borges, Cortázar, Bioy Casares, Sábato, Ocampo, Storni, Arlt, etc.

En Argentina no es muy diferente. Por lo que pude averiguar, si bien hay mucha influencia de la literatura latinoamericana, el único libro de un autor brasileño que algunos amigos afirman haber leído en la escuela es “Mi planta de naranja-lima”, y muchos en realidad ni siquiera saben que es de un autor brasileño. Otra vez, ni rastros de Machado de Assis, José de Alencar, Guimarães Rosa, Clarice Lispector, etc.

A veces creo que nuestra relación pende tan sólo de pobres estereotipos, y así nos perdemos mucha de la riqueza cultural que podríamos intercambiar.

Es cierto que en algunos casos como el de la música la brecha es menor. Pero en general somos como dos hermanos que viven a una cuadra de distancia, pero que no saben nada de la vida y sentimientos profundos del otro. La proximidad física genera la ilusión de que ya conocen todo lo que deberían conocer. Suponen. Ustedes y nosotros, también. Y en el medio, se escurre la realidad.

 

Un poco de brasil (recomendados de hoy):  

Algo para leer: Memorias póstumas de Brás Cubas (Machado de Assis)

Algo para escuchar: Lenine, Jack soul brasileiro

Algo para probar: Pequi. Es un fruto nativo de la vegetación del centro-oeste brasileño, el cerrado. Generalmente se usa para acompañar un guiso de pollo o con arroz. Es una fruta que como estrategia de defensa tiene espinas por adentro. Si mordés el “carozo” las expulsa. No mata a nadie, sólo jode un poco. Esta fruta la amás o la odias. No hay punto medio.

Pequi

 

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Brasil ocupa o 1,6% da superfície do globo, 5,7% da terra firme do planeta y 20,8% da superfície do continente americano. Seu território tem 8.511.996 km2. De toda essa grande extensão, só 7.367 km2 são de litoral. No entanto, quando digo que sou de uma cidade no interior do país, os argentinos se surpreendem.

Quase 7 de cada 10 brasileiros não vivem em municípios litorâneos, mas a maioria do mundo prefere nos imaginar descansando em uma praia paradisíaca, tomando agua de coco, comendo camarões… e se for com uma caipirinha na mão, melhor. Muitas vezes suspeito que essa ilusão não é mais que uma profunda vontade de encontrar um amigo com quem passar as férias de janeiro. Por isso a decepção não demora em chegar.

Isso simplesmente é uma observação para demonstrar um fato: apesar da sua proximidade geográfica, Brasil e Argentina não poderiam estar mais afastados. Não é só uma questão de colonizadores ou linguística, é uma questão de estereótipos. Apesar do imenso fluxo turístico e migratório entre os países, nós nos conhecemos pouco.

Para a maioria dos argentinos, Brasil significa o mesmo que para a maioria dos gringos: praia, futebol, mulatas e pastores evangélicos. Para a grande maioria dos brasileiros, a Argentina não passa de Buenos Aires, tango, carne e alfajores. Com sorte, Bariloche.

Apesar do Mercosul, das relações diplomáticas e comerciais tão próximas, não conseguimos realmente aproximar nossas histórias. Existe um fato que sempre me deixou curiosa, em especial desde que vim pra cá: na época da escola não me lembro de haver lido nenhum autor argentino. Na realidade, só me lembro de estudar as fases da literatura brasileira e europeia. Nenhum rastro de Borges, Cortázar, Bioy Casares, Sábato, Ocampo, Sotorni, Arlt, etc.

Na Argentina não é muito diferente. Pelo que eu pude averiguar, se bem exista muita influência da literatura latino-americana, o único livro de um autor brasileiro que alguns amigos afirmam ter lido na escola é o “Meu pé de laranja-lima”, e muitos na verdade, nem sabem que o autor é brasileiro. Outra vez, nem rastro de Machado de Assis, José de Alencar, Guimarães Rosa, Clarice Lispector, etc.

Às vezes acho que nossa relação pende só de estereótipos, e assim, claramente perdemos muita riqueza cultural que poderíamos intercambiar.

É verdade que em alguns casos como com a música, a brecha é menor. Mas em geral somos como duas irmãs que vivem a um quarteirão de distância, mas não sabem nada nem da vida, nem dos sentimentos mais profundos da outra. A proximidade física gera essa ilusão de que já conhecem tudo o que deveriam conhecer. Supõem. Vocês supõem e nós também. E no meio disso é onde a realidade escorre.