Por: Luciana Calcagno
The imposter, de Bart Layton, es uno de los títulos preseleccionados para el Oscar que finalmente quedó fuera de la nómina oficial. Y no es casual. Es bastante complicado definirlo como documental (hay un gran número de dramatizaciones y su manera de avanzar narrativamente es más típica de una película de ficción) pero mucho más complicado habría sido premiarlo: su historia es extremadamente perturbadora, y si bien mantiene la intriga hasta el final –lo cual agradecemos–, en su última media hora se vuelve tan manipulador y mentiroso como el buen Frédéric en sus viejas épocas.
Pero empecemos por el principio. Aunque ya probablemente muchos sepan su historia, no está de más recordarla. Frédéric Bourdin (“El Camaleón”) es un francés de 38 años que ha tomado más de 500 identidades falsas a lo largo de varios años, ya que arrancó bien de joven. Fue uruguayo, mexicano, alemán, británico, español, argentino y, por supuesto, estadounidense. Aprovechando su conocimiento de idiomas y su coeficiente intelectual de 139, Frédéric consiguió engañar a todo el mundo, incluido el FBI.
Frédéric Bourdin
Lo que The imposter recorre es justamente la historia de su mentira más famosa, que sucedió allá por 1997, en España, cuando decidió tomar la identidad de Nicholas Barclay, un niño de 13 años que estaba desaparecido de su casa en Texas desde 1994. Pero claro que Nicholas era un proyecto de White trash que no tenía mucho que ver con el francés Bourdin. Mientras que el primero era rubio, de contextura pequeña y ojos azules, el segundo (que no tenía 16 sino 23 años en ese entonces) era morocho, más bien grandote y de ojos marrones.
Nicholas Barclay
La pregunta que todos se hicieron (aunque ciertamente, tardaron un poco) era cómo podía ser que la familia hubiera aceptado al supuesto Nicholas con tanta emoción y nunca hubiera denunciado nada extraño (la historia que se inventó Frédéric respecto a su desaparición era extraña e incluía una red de prostitución infantil y soldados estadounidenses, entre otras cosas) durante los 6 meses que duró su convivencia. Aquí entra en escena el detective más pintoresco que se haya visto en mucho tiempo, el señor Charlie Parker –digno personaje de cualquier película de los hermanos Coen-, quien por un detalle físico (que no, no era el color de ojos) empieza a sospechar de Frédéric, y consigue llegar a la verdad.*
The imposter tiene entre sus logros una edición impecable (aunque las dramatizaciones no son logradas, el montaje las vuelve más digeribles) pero sin duda su mayor acierto es tenerlo en pantalla la mayor parte del tiempo a Frédéric, acerca del cual mentiríamos si dijéramos que no es encantador. Aunque su encanto quede hecho trizas con la última frase que le oímos pronunciar -donde se lo muestra como el demente que probablemente supo ser- es fascinante tratar de meterse por un rato en la mente de semejante especímen.
Durante el tiempo que dura el documental estamos especulando sobre qué pudo haber pasado con el verdadero Nicholas y en esto la película es bastante injusta con la familia Barclay, ya que termina apoyando la hipótesis de Bourdin (quien por supuesto saca a relucir todos los trapitos al sol) y no deja muy bien parada a la madre (esa mujer que es obvio que esconde algo) ni a la hermana (quien directamente parece una persona de muy pocas luces). Tampoco lo deja bien parado a él, a pesar de que es el principal motivo de que la película sea así de atrapante e ingeniosa.
Es imposible dejar de mirar a Bourdin y uno tiene ganas de seguir escuchándolo admitir sus mentiras, explicarlas y justificarse. Después de todo sólo necesitaba amor, dice. Y hace que sea difícil no creerle. Por suerte ahora parece haberlo conseguido, ya que está casado, tiene tres hijos, tres perros y cuatro gatos. Uno de esos gatos fue el que posibilitó su recuperación, según él mismo asegura en esta entrevista (y repite en esta otra “el gatito me dijo en la oreja: El Camaleón está muerto”).
Hoy por hoy, además de estar enojado con el director de The imposter, es un personaje bastante activo en Twitter, donde no tiene problema en insultar a aquellos que lo agreden, en Facebook y hasta tiene su propio -y horrible- tema musical.
El documental ya está online ( sin subtítulos)
Existe también una malograda película de ficción sobre Bourdin, basada en su biografía autorizada, pero algo nos dice que el documental es mejor.
*La historia de las falsas identidades no termina ahí, ya que una vez que salió de prisión en Estados Unidos, tomó nuevamente las identidades de Leo Balley (2003), Rubén Sanchez Espinosa (2004) y Francisco Hernándes-Fernández (2005).