Por: Inés López A. Girado
La expresión “de morondanga” viene del lunfardo.
Morondanga es un término que proviene de las voces morondo y -anga: “morondo” es un adjetivo que significa “pelado o mondado de cabellos o de hojas”, y “-anga” es un sufijo que se emplea para componer sustantivos con matices generalmente despectivos… de ahí “de morondanga”: una cosa inútil, sin valor ni calidad.
Si bien el significado da a entender que algo es berreta, la palabra en sí, para mi, tiene personalidad, peso propio. Por ejemplo: Si opino sobre una relación y digo: “es un amor de morondanga”, estoy infiriendo toda un gama de imágenes latentes (que es un amor frívolo, pasajero, caprichoso, inestable, un amor inmaduro, etc.) todo lo contrario de una relación madura, estable, profunda, responsible y sincera . Es como si se te llenara la boca al pronunciarlo:
-“Lo tuyo sí que es un amor de morondanga!”.
El otro día conversaba con unos amigos acerca de la calidad de los fans de hoy en día. Coincidíamos con unanimidad que el fan de hoy ya no siente esa devoción incondicional con que antes se seguía a los ídolos, se los bancaba desde el vamos, empezando desde abajo… y así los veíamos crecer y tomar vuelo. Hoy la cosa es cambiar cada 3 meses, más o menos, por algo nuevo, que reemplace al ya gastado y agotado personaje por uno fresco y listo para el asador. Ya sea que se trate de músicos, actores o escritores, lo cierto es que, a este tipo de fans bien podríamos llamar “un fan de morondanga”. Pero la verdad, entre nos, ¿Quién juraría amor eterno a Miley Cyrus o a Justin Bieber?
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Qué digo cuando digo: “Yo te bendigo”