Por: Leticia Estévez
Atardecer en Varanasi
Después de tanto andar, finalmente estaba ahí. La búsqueda nunca termina para quienes sueñan y este camino parece no tener fin.
El atardecer resaltaba los tonos ocres en Varanasi y sabía que ya nada volvería a ser igual. La bruma esfumaba el paisaje y absorbía los restos de un sándalo encendido. Las estrellas de vela que iluminaban el río, allá, a lo lejos, comenzaban a desaparecer.
Descalza, me adentro en el paisaje y encuentro un lugar entre la gente. Observo el entorno y mi mirada se cruza con otras, muy profundas y tranquilas. Por momentos necesito preguntar, entender por qué. La respuesta está ahí, esperando paciente.
Despojado de todo miedo, a unos metros, un hombre de cuerpo débil y postura firme, simplemente aguarda. Parcialmente sumergido en el río Ganges, al pie de los gaths, esta él, como al encuentro de un viejo y conocido amigo, esperando morir. Unos segundos en silencio bastaron para comprender. Para él, el camino tampoco termina allí.
En posición zazen, con la mirada perdida frente al río, cierro los ojos y comienzo a ser parte de todo.
Leticia