Por: Ignacio Damonte
En los últimos días se ha conversado mucho en la NBA acerca de un tema que excede las fronteras del básquet norteamericano: la simulación, o como su nombre lo indica en inglés “flop” o “flopping”. Digo que excede a la liga yanqui porque sucede en cada uno de los países donde se practica el deporte, y hasta me atrevo a decir que es moneda corriente en todo deporte de contacto…
A partir de la temporada que comienza el 30 de octubre, tras cada partido, los árbitros observarán las infracciones dudosas y comunicarán a las autoridades de la liga, que impartirán las multas económicas. Sí, con dinero y luego del encuentro, no con faltas técnicas y durante el mismo. Se preguntarán en qué modificará esto el transcurso de un partido. En poco y nada. Un jugador que está ante la posibilidad de “dibujar” una infracción no pensará en el golpe al bolsillo (ya que los tienen bastante abultados) sino en ayudar a su equipo dentro del parquet.
Stu Jackson, vice de operaciones de la NBA, fue el encargado de comunicar la nueva norma: “Desde ahora, no hay lugar dentro de nuestro deporte para este tipo de acciones de engaño a los árbitros y de falta de respeto con el jugador que defiende de forma legal y limpia. Cualquier jugador que la liga señale tras revisar el vídeo del partido que ha engañado con su acción, será advertido y después recibirá una penalización automática”. Hasta ahí, todo color de rosas…
(Video realizado por la NBA para entender qué será cobrado como un flop y qué no)
Desde los medios especializados se ha hecho mucho hincapié en esta reglamentación. Muchos de ellos se mostraron de acuerdo con la novedad y hasta se animaron a acusar a los jugadores europeos y latinoamericanos como los instigadores de esta “moda”. Manu Ginobili, Dirk Nowitzki, Luis Scola, Danilo Gallinari y otros, aparecieron en las portadas de revistas y acompañaron con sus imágenes las noticias acerca de esta cuestión. Así nacieron las voces en contra…
“No sé por qué cada uno habla sobre el ‘teatro’ europeo. No sé de donde ha salido esa perspectiva e imagen de los jugadores europeos, que fingimos en las caídas como lo hacen el resto de jugadores de la NBA y del resto del mundo”, dijo Gallinari. “Si juegas físico contra mí, obviamente tendré que ‘vender’ las faltas e ir a la línea. Es parte del juego. Si te soy sincero, creo que son un montón de estupideces. ¿Van a venirme después del partido y multarme por exagerar? Será duro que me lo hagan”, se sinceró Nowitzki.
Otro actor que se mostró en contra es el Sindicato de Jugadores. Es una voz fuerte dentro del básquet norteamericano, ya que hasta han logrado parar la actividad por cuestiones salariales. Su director, Billy Hunter, dijo: “La NBA no está autorizada a imponer unilateralmente nuevas normativas económicas en contra de los jugadores sin negociar primero con el sindicato. Creemos que cualquier sanción monetaria por un acto de este tipo es inapropiada y sin precedentes en nuestro o en cualquier otro deporte”.
Esto recién empieza. Se ha convertido en una polémica cómo funcionará y si es la medida acertada para cortar con la simulación. Creo yo que no será nada fácil aplicar la norma, que cambiará en poco y nada el juego y que deja la sensación que se aborda el problema por detrás y no por delante. Lo más justo, como ha dicho Kobe Bryant, sería tomar las reglas del básquet FIBA: una simulación se considera una infracción antideportiva y se sanciona con falta técnica.
Quizás quién ha graficado mejor esta situación sea Blake Griffin, interno de Los Angeles Clippers. “¿Qué me dices si se está disputando el séptimo partido de la final y un jugador tiene la oportunidad de hacerlo, se va a preguntar: ¿Quiero pagar 10.000 dólares o quiero ganar el título?”