Por: Ignacio Damonte
La NBA está cambiando. No en lo económico, no en lo deportivo, no en el show que la rodea… sino en la apertura de sus puertas a figuras extranjeras. En los últimos años el mercado de pases en Estados Unidos se ha visto reforzado por los mejores jugadores que provienen de Europa y otras latitudes, cambiando un modelo de negocios que caracterizaba a la meca del básquetbol como una liga que se miraba el ombligo. El exterior, no existía…
El tiempo provocó cambios importantes. Es cierto que desde los 80′s se han podido ver casos de grandes referentes extranjeros “haciendo la América” en ciudades como Los Angeles, Nueva York o Chicago. Nombres como los de Vlade Divac en los Lakers, Drazen Petrovic en los Nets o Toni Kukoc en los Bulls, son tan solo algunas muestras de la penetración que han tenido los extranjeros 30 años atrás. Pero esos apenas eran casos aislados, el deportista foráneo no era respetado como se debía.
Existe hace algunas temporadas un fenómeno de ampliación de fronteras que se ha convertido en una herramienta clave en el andamiaje de la liga norteamericana. El imperio encontró soluciones a sus falencias deportivas. ¿Cuáles son esos problemas? Veamos.
Los hermanos Pau y Marc Gasol, dos de los extranjeros que dominan en la NBA
El estilo de la NBA siempre ha sido criticado por cuestiones que hacen al juego del básquet en su esencia. El poco trabajo en defensa, el excesivo individualismo, la preferencia de nombres por sobre los sistemas, etc. Todas cosas que el básquet FIBA (el resto del mundo digamos) tiene como lemas y pilares. La llegada de figuras españolas, rusas, francesas, turcas, brasileñas, argentinas han convertido a las franquicias y han convencido al norteamericano medio que fuera de Estados Unidos también se practica buen básquet. Y sobre todo, básquet ganador.
Sirve para el caso citar ejemplos de basquetbolistas que han aportado su grano de arena para cambiar el modo en que se juega y vive este deporte. Manu Ginóbili sorprendió a la liga, pero no por jugadas extraordinarias o actuaciones memorables, sino con su humildad dentro del campo. Llegó como novato, se convirtió en figura y cuando todos lo pedían como titular en los Spurs, el aceptaba su rol de sexto hombre, jugaba para el equipo y ganaba tres anillos. El alemán Dirk Nowitzki logró ser la cara de los Mavericks, el hombre franquicia y demostrar que un extranjero podía cargarse el grupo al hombro para sacar campeón a Dallas. Pau Gasol llegó desde España y luego de su paso por Memphis arribó a Los Angeles para ser clave en el juego de los Lakers y convertirse en ladero fiel de Kobe Bryant en los títulos del 2009 y 2010. Y la historia sigue, cada vez con más protagonismo.
La actividad oficial que arranca el 30 de octubre contará con 93 extranjeros, cifra récord en la liga y que crece año a año en cantidad y calidad. Esta temporada se sumarán jugadores jóvenes que ya han sido muy importantes en sus pasos por Europa u otras ligas. Nombres como Shved, figura rusa de 23 años y gran responsable de la victoria de su selección sobre Argentina en Londres 2012; los lituanos Valanciunas y Motiejunas, el español Claver o los franceses De Colo y Fournier, son algunos que llegan y a los que habrá que poner atención en sus desempeños.
Faltaría abordar con más profundidad el motivo por el que Estados Unidos debe salir a buscar talento fuera de sus fronteras. También podríamos abordar el hecho que no sólo se abre las puertas a los jugadores extranjeros, sino que cada vez son más frecuentes los viajes para jugar partidos de la temporada en países como China, España o Italia. El marketing, otro elemento clave. Hoy día, con las piezas como están repartidas en el tablero, la liga yanqui no sería lo que es sin el apoyo exterior. Todas estas son señales que el negocio de la NBA ha dejado de ser propiedad exclusiva de los norteamericanos para pasar a ser de dominio global.