Miami a la gran final contra los Spurs

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Tras la travesía que significó la serie ante Indiana, Miami finalmente logró un lugar en la gran definición de la NBA. Lo espera San Antonio Spurs. El séptimo juego en el estadio de los Heat fue absolutamente distinto a todos los de la serie. La disparidad fue tal que hasta dio lástima ver a los Pacers arrastrarse por el campo en los últimos minutos. Veamos por qué sucedió esto…

Llevar a Miami al séptimo partido de una final de conferencia es un grandísimo mérito para Indiana. Además de cerrar las bocas de muchos que no veían en ellos potencial para dar pelea, ellos mismos se creyeron que podían desbancar al campeón. Pero todo se fue por el drenaje en la definición. Las claves que convirtieron a los Pacers en contendientes, no se repitieron en la noche del lunes.

Ese juego interno, con la dupla Hibbert y West, que dominó a lo largo de la serie, no apareció. La espectacularidad de Paul George no fue tal. La efervecencia de Stephenson y la conducción sensata de Hill tampoco estuvieron presentes. Las tres bombas fueron desactivadas por Miami. Con defensa, todo lo pudo el equipo de Spoelstra.

La primera amenaza, la interna, fue controlada con las rotaciones. Cada uno de los jugadores del Heat estuvieron dispuestos a arriesgar su físico y pelear contra las torres de Indiana. Acá aparecieron en el momento justo Andersen, Bosh, Haslem y LeBron para controlar el área. No sólo los grandotes dieron la nota, sino que los bajitos, con las manos activas y forzando malos tiros, también aportaron.

Paul George no pudo ante la marca de LeBron James y tuvo una noche para el olvido.

Otra arma de los Pacers que ponía en jaque a Miami era el gran nivel de George, la estrella en construcción que tiene la franquicia. En todos los partidos completó buenos números, demostrando efectividad en momentos cúmbres de la serie. Desde el primer juego, ese que se les escapó en el final, el número 24 fue factor. En el séptimo no encestó al ritmo que venía haciéndolo, en defensa tuvo que soportar un embaladísimo LeBron James y en la primera parte, cuando se definió la historia, no aportó nada.

La última cuestión que preocupaba al coach de Miami era cómo Hill y Stephenson le estaban ganando la batalla a todos sus guardias. En el último partido no fueron determinantes y no escaparon al colapso ofensivo. Indiana sumó 21 pérdidas, un número imposible si querés ganar cualquier tipo de partido, ni hablar de uno de eliminación. Wade, Chalmers, Cole, Allen y Miller tuvieron que ver en esto. Subieron la intensidad y tiraron encima la experiencia al rival.

La gran defensa la completaron con muchos rebotes. Ganaron la batalla de los tableros (43 a 36) y sumaron 15 recobres ofensivos, que hirieron de muerte a Indiana.

En la segunda parte (el tercer cuarto en particular) Miami fue una aplanadora. La defensa siguió siendo impecable. En ataque la modificación vino desde el cuerpo técnico. Spoelstra pidió más agresividad, más penetraciones, menos bote y más pase. Sumado a la presión que ejercía en defensa, la ofensiva corría al ritmo que el local dictaba. Así el American Airlines Arena veía volar a James y Wade de un lado a otro, pareciéndose al que dominó toda la temporada.

Wade fue clave para que Miami pueda sacar adelante la serie y ganar el 7mo juego (99-76)

En este tercer período también se cayeron dos valuartes de los Pacers. Hibbert y George se metieron en problemas de faltas. Las caras del pivot y el alero lo decían todo: pura frustración. Ellos dos habían sido el termómetro de Indiana. La presión sobre Hibbert lo forzó a cometer errores y le bajaron la persiana a su negocio en la pintura. Sumó 18 puntos, pero sin tanta incidencia en el marcador, y no fue la potencia de otros encuentros. Por otro lado, LeBron pasó a marcar a George y eso cambió el andamiaje ofensivo de Indiana. La figura de los Pacers no apareció. Ya no podía crear como antes, cuando lo marcaba Wade. Terminó despidiéndose antes del partido con seis faltas y con su peor noche en el momento menos adecuado. Apenas 7 puntos, muy lejos de los 28 de dos noches atrás.

De a poco Miami fue dejando la sensación de haber tenido una marcha más que Indiana. En realidad, nunca deberíamos haber dudado de eso. Bosh y Wade habían estado muy lejos del nivel que se les conoce, pero esta vez no dejaron sólo a LeBron. El pivot tuvo mayor participación en ataque, con más tiros y presencia bajo el aro. El escolta se convirtió en la segunda arma anotadora (21 puntos) y silenció las críticas mostrando un estado físico impecable. En ellos se apoyó LeBron, que mantuvo sus fenomenales números (32 puntos y 8 rebotes), pero con la ayuda que toda estrella necesita para ser campeón.

Roy Hibbert no repitió sus grandes tareas, en parte por la gran defensa del Heat

Miami alcanzó las expectativas y buscará el bicampeonato ante San Antonio. De esas expectativas se trató la serie del Heat ante los Pacers. De cómo el campeón lograba superar un escollo duro, un equipo que le ganaba en altura y fuerza. Le costó, pero demostró inteligencia y mucha sabiduría para apretar el acelerador en el momento justo. No le sobró nada, Indiana demostró que tiene puntos débiles.

Ahora la tarea del entrenador será cambiar todo el plan, ya que los Spurs son un equipo absolutamente distinto. Son más veloces, rotan mejor en ataque, tienen una identidad marcada en defensa y llegan muy descansados. Todo hace pensar que será una serie larga y con muchos condimentos.

El resumen de la gran victoria de Miami, sostenida en las tareas de Wade y LeBron.

A partir del jueves tendremos de un lado a Manu Ginóbili, con una banda cargada de laureles, y del otro a LeBron James, en el mejor año de su carrera, junto a un equipo muy completo. El mejor final que podríamos haber imaginado.