Por: Ignacio Damonte
Es normal que luego de una derrota como la que sufrió San Antonio ante Miami en el segundo juego de la serie, uno se pregunte si los Spurs podrán cerrar la historia en casa. Eso era antes de la demostración de gran básquet que le dieron al campeón este martes por la noche. Con una tarea destacadísima de sus tiradores, fue demasiado para un opaco Heat.
Luego del partido que culminó con la estadía en Miami (por ahora), San Antonio se volvió a su ciudad con heridas profundas. En el tercer cuarto de ese encuentro, el Heat había logrado hacer lo que no pudo en el resto de la serie: imponer su ritmo y correr luego de defensas afixiantes. Por supuesto que los dirigidos por Popovich pusieron su cuota y tuvieron su peor segundo tiempo de los playoffs.
El tercer partido es bisagra para cualquier serie de finales. Más del 90 por ciento de los equipos que ganan este encuentro se quedan a la postre con el título, por ende los Spurs no podían tener otra noche de desconcentraciones. No sólo para honrar esta estadística, sino porque si perdían, debían volver sí o sí a Miami y el plan de consagrarse campeones en casa se esfumaba. Lo calificaron como un partido para “ganar o ganar”, de la misma forma que el Heat había tomado el partido pasado.
Otra vez, la clave de San Antonio estuvo en la defensa. Todo comenzó desde el costado defensivo. Por momentos el enfoque de los Spurs estaba puesto en LeBron James e impedirle que arme juego para los tiradores como lo hizo en el segundo partido. En otros pasajes la idea era cerrar la llave y evitar cualquier penetración. O sino adelantar la marca y salir a presionar a mitad o ¾ de cancha para molestar a los bases del Heat. De eso se trató la defensa de San Antonio, de variar las marcas, provocando confusiones en el rival, de no quedar desguarnecido en el pick and roll que tan bien ejecutaron Chalmers y James anteriormente.
Danny Green y Gary Neal, el dúo dinámico que le dio el triunfo a San Antonio sobre Miami
Con la tarea protectora funcionando sin fisuras, era hora de empezar a meter tiros. En la primera parte, Miami no hizo nada para evitar que el local entre en ritmo. Cada lanzamiento que los Spurs tomaban era con espacio y luego de haber rotado el balón aceitadamente. Así, a un equipo que de local se potencia es difícil pelearle. El primer cuarto fue parejo. San Antonio castigaba en ataque y el Heat respondía con alguna bomba de Mike Miller o penetraciones muy efectivas de Dwayne Wade. LeBron James, desaparecido y muy contenido, se dedicaba a repartir juego. En el segundo período apareció Gary Neal para marcar tres triples en el segundo período, incluido uno sobre la chicharra, y los Spurs cerraron la mitad con ventaja de seis.
Los segundos 24 minutos no cambiarían en esencia: San Antonio seguiría encestando todo lo que tiraba, y no había nada que el Heat pudiera hacer. A una buena ofensiva de la visita, el local respondía con un triple que aumentaba más la diferencia. Si Miami hubiera mostrado la agresividad defensiva que mostró en el segundo juego quizás tenía chances, pero el partido se definió antes de lo que todos esperábamos.
Fue tal el dominio exterior de los Spurs, que Green y Neal se combinaron para 51 puntos, ambos con máximas de 27 y 24 en Playoffs. Además encestaron 13 de 17 en triples (SA logró el récord histórico en finales con 16 de 32) y en los últimos minutos del tercer cuarto, llegó a ganar por 39 puntos. En ese período, el Heat fue un concierto de errores, sobre todo de su base, Mario Chalmers. El número 15, que había sido la figura de Miami en el segundo partido, perdió tres balones y fue bloqueado por Duncan en un contragolpe desordenado y mal definido.
Una muestra de cómo la defensa de los Spurs cierra todos los espacios a LeBron James
Con pocos minutos por jugarse, Popovich hizo lo que Spoelstra había hecho en el juego pasado: sacó la banca a la cancha muy temprano. Antes de eso, Parker salió lesionado durante un largo rato y eso provocó que el DT decidiera empujar a los suplentes a jugar los minutos basura. El francés terminó una noche tranquila, con 8 puntos, pero dando 8 asistencias y sólo dos pérdidas de balón. Ustedes se preguntarán, ¿cómo fue la tarea de los otros dos integrantes del Big Three? Completa es la palabra que mejor les cabe.
Manu Ginóbili ingresó desde el primer cuarto determinado a cambiar su mal andar en ofensiva. Una volcada y tres asistencias lo metieron en ritmo. Finalizó con apenas 7 puntos, 6 asistencias y 2 pérdidas, que habían sido su gran problema en la Florida. Tim Duncan fue la fuerza en la pintura que siempre lo caracterizó. Esta vez sus compañeros buscaron involucrarlo desde el comienzo, y quizás haya sido la razón para que la defensa de Miami se encierre en la llave y deje libre a los tiradores. El nacido en las Islas Vírgenes finalizó con 12 puntos, 14 rebotes y dos bloqueos.
El último eslabón en la cadena de éxitos de los Spurs es Kawhi Leonard. El chico de 21 años es una fiera en defensa y a medida que pasan los partidos tiene más confianza en ataque. No sólo eso, sino que se ha convertido en un reboteador importantísimo para su equipo. El martes volvió a completar un doble-doble: 14 puntos y 12 rebotes. Su principal aporte fue la contención de LeBron James. Lo dejó en apenas 15 puntos, con sólo 7 goles de campo. Por momentos le cerró los caminos a la pintura y en otros dejó que el número 6 tire con comodidad, aprovechando la peor noche del Rey en estos playoffs.
El resumen del triunfo de San Antonio (113-77) y el festival de triples de los Spurs
La NBA acostumbra a mostrar los tiempos muertos de los entrenadores. Les ponen un micrófono y permiten que los que lo seguimos por televisión sepamos qué les dice el DT a los jugadores y más importante, cómo. En un momento del tercer cuarto, antes que los Spurs rompan el partido a la mitad, Popovich le dijo a los suyos: “Los felicito. Gran trabajo. Buenos tiros, abiertos, grandes decisiones. Tengan confianza, sigan tirando. PONGAN SU NOMBRE EN LOS PERIÓDICOS”. Surtió tanto efecto que su equipo terminó cerrando la tercer victoria más abultada en la historia de las finales y poniendo de rodillas al campeón con el aporte de los 12 jugadores.
Ninguno tiene una diferencia de +20 sobre su rival. La paridad sigue siendo el termómetro de la serie. Hasta aquí los terceros cuartos han cambiado la historia para un lado y el otro. El jueves se volverán a ver las caras y será ora batalla, otro round de esta pelea descanizada por el campeonato.