Por: Ignacio Damonte
Argentina es el rival a vencer. Se nota en el plus que ponen en cancha sus rivales. En este tercer partido del Premundial de Caracas, el local Venezuela estuvo muy cerca de la hazaña sin poder concretarla. Dos razones se lo impidieron: el coraje del equipo y Facundo Campazzo, el nuevo héroe del seleccionado.
Por más que el final ante Venezuela haya sido auspiciante, Argentina sigue dejando muchas dudas en tramos de los partidos donde su jerarquía debería hacer mella en los rivales. Contra Paraguay en el debut se vieron serios problemas para subir el balón sin pérdidas, pero el triunfo maquilló todo; contra Dominicana lo que flaqueó fue la defensa y los porcentajes de tiros dejando una derrota humillante; mientras que en el tercer partido los vaivenes anímicos, la ausencia anotadora de Scola y otra vez la contención en el aro propio quedaron en el debe. Pero este último se pudo ganar, ocultando los síntomas.
Julio Lamas está tratando de hacer el equipo al andar. Se evidencia en sus cambios de alineaciones, en las variaciones en la rotación de nombres y en las maneras de defender. Sorprendentemente esta selección cuenta con problemas para defenderse, pero no tantos para anotar, apoyándose en la calidad de sus individualidades. Contra Venezuela el DT decidió salir con una defensa zonal. Al principio funcionó, pero de a poco los bombazos de tres del local fueron abriendo grietas en la contención.
El primer cuarto mostró un Luis Scola muy apagado, frustrado y a veces forzando en ataque provocando desconcierto en sus compañeros y quienes veíamos el partido. El capitán ha sido desde siempre el lider en porcentajes, anotación y muchos otros rubros del equipo, pero en este Premundial parece que le han encontrado su kriptonita: la triple marca. Cada vez que Scola quiere jugar en el poste bajo debe sufrir el marcaje del hombre más grande del equipo rival, y luego las ayudas del resto. Está bien que Scola siga intentando, aunque queda el sabor que si rotara el balón la mitad de veces que se postea, Argentina tendría un goleo más repartido y más aporte de hombres desde el perímetro.
Marriaga, el pivot de los venezolanos, tomó su marca en el primer cuarto, y eso permitió que el que se luzca sea el “Pipa” Gutiérrez. Teniendo un defensor más pequeño y con menos fuerza, el ex Obras se hizo un festín en el poste, a contramano de lo que Scola podía producir. En ese cuarto terminó con 9 puntos y fue el responsable de la ventaja inicial (22-21)
El segundo cuarto mostró otros de los ajustes que Lamas está probando en Caracas. Cuando las cosas no funcionan con Campazzo en la base, como en tramos del primer tiempo, Lapprovítola o Fernández entran para armar una doble conducción. Contra Venezuela no sucedió. Si bien Nicolás fue el mejor ante Dominicana, no tuvo peso en esta oportunidad y jugó su peor partido del torneo. El “Lobito” no había jugado ante los caribeños, y el DT le dio la chance de salir a cancha, aunque sin mover el amperímetro. En este tramo fue cuando el local tuvo su primera gran escapada. Cerró los primeros 20 minutos con ventaja de 7. Atrás había quedado una magra tarea de Scola (apenas 2 de 10 en tiros), la buena aparicion de Espinoza desde la banca aportando rebotes, puntos y mucha verticalidad; los posteos efectivos del “Pipa” y el aplomo de Campazzo para ser el mejor. Los venezolanos vivían de los triples sin marca de José Vargas y Rafa Pérez, de los robos en defensa y los rompimientos veloces de Gregory Vargas.
La segunda mitad debía tener una tónica distinta. Argentina tenía que construir desde la defensa un mejor ataque. Pero al igual que con República Dominicana, el tercer cuarto fue un martirio. Fue ahí cuando Venezuela sacó la máxima de 14 puntos. ¿Por qué los nuestros no podían imponerse? Por las mismas razones que en la primera parte: Scola seguía forzando sin muchos resultados y en la defensa la intensidad era muy baja.
Las apariciones de Safar en el tercer cuarto y otra vez Campazzo permitieron que esa distancia de 14 puntos se achicara a 5. Argentina tenía la última bola del período, pero otro error de Lapprovitola le dio una pelota gratis a la Vinotinto que se fue al descanso con 7 de luz en el marcador.
Todo se iba a definir en los últimos 10 minutos. Era matar o morir. Mostrar el orgullo y el coraje o dejar ese sabor amargo que quedó el sábado ante Dominicana. Argentina decidió matar. La defensa comenzó a cerrarse, la primera línea se adelantó dos pasos, empezó a cortar líneas de pases y todo se fue acomodando. Ah, y un pequeño detalle, a Venezuela comenzó a pesarle la situación. Sus tiros ya no entraban con facilidad, el base Guillent ya no podía conducir tranquilo como lo hizo al principio y Donta Smith, el mejor en el torneo, siguió fallando casi todo lo que tiraba.
Lamas volvía a apostar en una alineación baja. Campazzo, Selem, Mata, Espinoza y Scola cambiaron los marcajes y asi los nuestros abrieron la defensa rival con bombas desde los 6,75. Primero Espinoza, después Mata, Safar y Campazzo anotaron triples que acercaron al equipo a dos puntos. Pero llegó un golpe que todos pensábamos sería el de gracia: Scola alcanzó su quinta falta y el capitán debía dejar el rectángulo de juego. Restaban 5 minutos y Argentina tenia que dar vuelta la historia sin su mejor exponente en cancha.
El orgullo y el coraje volvieron a decir presente, ambos representados en la figura del base de Peñarol. Los minutos finales fueron dominados por el demonio Campazzo. En defensa estiraba su marca a toda la cancha y en ataque se jugaba uno contra 5. Cuando no podía romper el embudo venezolano encontraba algún tirador y de a poco el control fue quedando en poder de Lamas y compañía.
En el cuarto final Venezuela apenas marcó un triple en siete intentos y los 15 mil espectadores en el Poliedro de Caracas empezaron a presionar a los suyos, pidiendo que cierren el partido en lugar de entregarlo manzamente. Eso y la combinación de defensa con ataques veloces fueron el último clavo del ataúd vinotinto.
Cuando todos pensábamos que la ausencia de Scola provocaría una hecatombe en Argentina, fue todo lo contrario. Sirvió para que Venezuela no supiera a quien triple marcar y para que Campazzo aproveche ese desconcierto, así como también los tripleros puedan hacer lo suyo sin problemas. Terminó siendo productiva la ausencia del capitán para darle envíon anímico a sus compañeros.
Los últimos 120 segundos de Campazzo fueron una locura. Primero forzando una falta antideportiva, y aunque falló los dos libres, clavó un triplazo desde los 45 grados. Luego en defensa robó una pelota magistralmente mientras Pérez intentaba un triple y luego encontró a Safar en una esquina para que el nuevo jugador de Boca mande a callar al público.
En definitiva, Argentina volvió a dejar un sabor extraño. Otra vez dijeron presente los problemas en defensa, las dificultades para anotar en el poste y las constantes segundas chances que le da a sus rivales. Pero a contramano de todo esto apareció la garra que convirtió a la selección en “El Alma Argentina”. Comandada por Campazzo logró su segundo triunfo en Caracas y dio un paso clave para avanzar a la segunda fase con buen arrastre. Habrá que mejorar, pero mientras siga aflorando el ímpetu esos dramas quedarán atrás. Los jóvenes dieron un paso gigantesco en esto de creerse parte de una nueva generación y sólo queda ajustar algunas tuercas para llegar al objetivo final: España 2014.