No nací en un repollo, ni una cigüeña me trajo de París, pero nací en una ciudad del interior y mi capacidad de soñar hizo que un monte se convirtiera en una gran montaña y que un arroyo fuera una catarata, que un árbol con un agujero me contara cuentos de hadas y que la libertad se produciera cada noche junto a mi almohada.
Tal vez soñando encontramos lo que tanto buscamos. Solo hay que querer. Solo hay que ver más allá de nuestro propio límite, de nuestro propio marco. Creer es personal. Todo es posible al soñar más.