Cuando renuncie a mi trabajo formal, me empece a preguntar que podía hacer para subsistir, y una de ellas fue contar historias de amigos y hasta de desconocidos que venían a casa para que les creara una historia desde su historia con mis letras y colores y dar un mensaje para su corazón. Este cuento se lo hice a mi amiga Dominique, espero que lo disfruten.
DOMINIQUE y su mundo Nuez
Había una vez una niñita muy chiquita que tenia un corazón muy grande, era tan grande que cuando latía parecía mucho más alta.
Vivía en un mundo que era como una nuez, todo estaba perfecto en él. Leopardo en las paredes, en las sillas, todo combinaba por doquier. Cofres llenos de perfumes y joyas, espejos dorados, sedas y cueros plagaban su Mundo de Nuez. Relojes que daban la hora con puntualidad colgaban en cada rincón, para nunca llegar tarde a ningún lugar.
Dominique, así se llamaba la niña, cumplía con su rutina todos los días. Se levantaba a las siete de la mañana para hacer gimnasia durante dos horas, y luego, comenzaba a mover todos sus muebles una y otra vez hasta que llegaba la noche y se quedaba dormida, sin siquiera cambiarse, en algún rincón de su mundo. El único momento en el que alteraba su rutina era a la hora del té. A las cinco de la tarde dejaba todo lo que estuviera haciendo para ir a la casa de Miss Caligrafía, su vecina, a tomar el té.
Miss Caligrafía, era una lady inglesa que durante toda su vida había viajado por mundos extraños recolectando historias de aventuras, romances y sorpresas. Un buen día encontró un mundo de letras donde quedarse y dedicarse a escribir sus memorias. Pasaba sus días entre cartas que iban y venían desde diferentes lugares del mundo. Sus recuerdos fascinaban a la niña en cada una de las visitas de las cinco de la tarde a cumplir el rito del té.
Dominique era una niña feliz, disfrutaba de su mundo en forma de nuez sin interesarle que pasara fuera de él, hasta que una madrugada sintió un gran temblor dentro de su casa. Preocupada por sus jarrones de porcelana, sus relojes de oro y sus sillas del siglo XV, se levantó de la cama para controlar que todo estuviera en orden. Asombrada, se encontró frente a ella con un mundo nuevo, estaba lleno de flores y era transportado por mariposas multicolores. Sorprendida por la visita inesperada, la niña decidió dar un paseo dentro de ese mundo desconocido.
En su interior había un jardín de flores exóticas y mariposas que volaban por doquier. La pequeña Domi caminó por un sendero que la llevó a una alta flor, allí encontró una casa de muchos colores. De repente, vio a una niña morenita que regaba la casa con baldes de pinturas para darle mas color a las flores que habitaban en su mundo. Mientras hacia su actividad, la niña bailaba con gran soltura. Su manera de bailar llamó la atención de Domi, le causaba mucha gracia esta pequeña desconocida. Así conoció a María y a su Mundo de Colores.
María le contó que desde hacía mucho tiempo viaja por la galaxia y que son las mariposas las que la conducen por los distintos lugares. Pero como son un poco torpes, de vez en cuando chocan con otros planetas. Antes de chocar con el Mundo Nuez habían chocado con un Mundo Pecera y terminado todos empapados por las olas que produjo el choque.
- ¡Mundo Pecera! ¿Y eso donde queda? – preguntó Dominique
- Más o menos a unos diez millones de años luz. El mundo pecera es gigante y allí viven muchos niñitos pescadores, también los niños buzos que se encargan de soltar a los pececitos que los otros pescan. De esta manera, los peces que se salvan tienen tiempo para poner más huevitos y que puedan seguir naciendo nuevos pececitos. Es un mundo muy gracioso repleto de patas de rana y cañas de pescar. Y vos ¿Qué mundos visitaste? – le preguntó María.
- Mis tareas cotidianas me impiden salir de viaje. Me levanto muy temprano y el día no me alcanza para hacer todo lo que tengo que hacer. El único mundo que conozco es el de Miss Caligrafía y la verdad que con su mundo me alcanza.
María pensó por unos segundos y le preguntó:
- ¿Te gustaría conocer un poco más los mundos que te rodean sin siquiera moverte de tu casa?
- ¡Me encantaría! ¿Pero cómo podría llegar hacerlo sin tiempo para salir a ningún lado? – le contestó Dominique.
- Es muy fácil. Voy a buscar algo que te va a ayudar. – respondió María mientras entraba en su casa.
Al rato, María salió con un telescopio gigante. Se lo regaló a Domi y le mostró cuál sería su próximo destino: el mundo de su amiga Alejandra.
Alejandra vivía en un mundo color Rosado, todo tenía puntillas, encajes y corazones. Ella era una soñadora que se pasaba los días soñando con historias de príncipes y princesas, romances de películas y tragedias griegas. A Dominique le llamó la atención el mundo de Alejandra y tuvo ganas de conocerla. Así que María decidió ir a buscarla.
Dominique se despidió de María. La pequeña se quedó pensando en el amor que María tenía por las plantas y las flores de su mundo. Se dio cuenta que ella también quería cuidar a alguien, a veces se sentía muy solita. Así fue como entró en su vida Tafi, una perrita que parecía un pompón peludito, blanco y negro. Así empezó a cambiar su rutina diaria. Todas las tardes, después de la hora del té, se dedicaba a contemplar los otros mundos con el telescopio que le había regalado su nueva amiga. Vio mundos sucios con muchas telarañas y polvo; un mundo de notas musicales del cual se desprendían melodías, en el que había una banda con un director diferente en cada canción; también un mundo de líneas rectas en el que un chico medía cada rincón con una regla.
A la semana siguiente, María volvió en un globo rojo con su amiga Alejandra, para invitar a Dominique a dar un paseo con ellas. Así, las tres se convirtieron en grandes amigas. Todas las semanas iban a dar largos paseos en el globo, charlaban de la vida y se contaban sus sueños y secretos.
A partir de entonces, Dominique dejó de pensar que su rutina diaria era algo que no se podía cambiar. Se dio cuenta de que no era una obligación cambiar los muebles todos los días y que había otras cosas a las que les quería dedicar su tiempo. Su vida en su Mundo Nuez cambió: ahora tenía un perrito al que cuidar, y dos amigas con las que charlar. Claro que, de vez en cuando, tenía ganas de quedarse en la cama para soñar un poco más.
Y como su vida se modificó, su mundo también se transformó. La nuez se convirtió en el corazón de un durazno muy apetitoso y jugoso. Ese Mundo Nuez tan ordenado, ahora estaba recubierto por una piel y una pulpa desordenada que cambiaba todo el tiempo de tamaño y que le permitió a Domi tener más espacio para crecer y poder ser ella misma.
FIN