“En el arte no hay reglas, por eso es tan divertido. En cambio, en el colegio no es arte porque te obligan a hacer las cosas, no a expresarte, por eso es aburrido ” me dice una nena de 8 años mientras le daba una clase de pintura por primera vez. Para esto me prepare, me imagine como podía captar su atención, les leí un cuento que fuera de base a su creación. A los niños no hay que enseñarles el como sino el para que, hay que estimularlos e inspirarlos para conducirlos a que lleguen a sus propias conclusiones. Un buen maestro ve a sus alumnos, se imagina como estudiante, y que necesitaría para aprender, o interesarse por la “carnada” del conocimiento para poder pescar muchos peces.
A veces uno no esta en su mejor momento, o simplemente el camino de la vida hace que pases por un momento de neblinas, y es cuando el universo se manifiesta con toda su luz para mandarte gente y señales para que sigas sonriendo aunque no veas el camino, y no entiendas lo que suceda.
Estos días quiero compartir ser maestro, ser docente, enseñar, la gratificación que provoca. La felicidad que te da la felicidad de otros que logran encontrar su camino y hasta enfrentar sus propios desafíos a veces gracias a tus palabras, a compartir tus enseñanzas. A veces creemos que por sonreír mucho o mostrar un “positivismo” exacerbado no nos pasa nada, pero generalmente es lo contrario, justamente al entender que pasa de todo decidimos tomarlo de la mejor manera posible y eso hace que disfrutes los detalles.
Enseñar es una experiencia única. Porque debemos mirar al otro y poder explicarlo para que lo entienda, porque hay que registrar al otro para ver si te esta prestando atención y porque para que realmente la enseñanza surta efecto tenes que hacerlo con amor y con ganas. El poder compartir con otros lo que uno sabe, lo que a uno le llega, lo que uno entiende de la vida es maravilloso. Enseñar es compartir lo aprendido, el camino realizado, no para que hagan el mismo sino para que tengan opciones y puedan reflexionar en sus propias desiciones.
Enseñar es ser voz de otras voces. Expandir el conocimiento que te llega. No guardar para uno.
Hoy me contaron que “en japones, hay un término o una palabra que se dice Ryu. Los dragones japones (日本の竜 nihon-no-ryū) o dragón (竜 ryū) son unas criaturas legendarias. El ryū proviene de China y es una de las cuatro bestias divinas de la mitología japonesa. Es con frecuencia emblema de emperadores o héroes, pero sobre todo representan la sabiduría. El Ryu asimismo se usa para definir una “tradición”, “estilo” o una “escuela”, una cierta manera de hacer algo, por ejemplo, en el arte. Entonces, un artista puede tener un ryu y trabajar con sus características.
Pero también, Ryu, se puede traducir como Nagare o el verbo nagareru, que su otro significado es “Fluir”. Por eso, en arte, yo me inclino por decir, que nos conectamos con un fluir de la energía de los maestros del pasado para catapultarlos hacia el futuro. Entonces, fluir, transmitir es ser parte de esa corriente de sabiduría, nunca se detiene,y esa energía es la que nos inspira, nos moviliza y también nos enseña a enseñarnos y a aprendernos día a día. El dragón es sabio porque puede ver las circunstancias desde lo abstracto, por eso sabe lo que es el desapego. El dragón vuela.
El río fluye, pero algo prevalece del pasado, que nos conduce a través del presente, hacia el futuro, si entramos en sus aguas claras para beber”.