Hay algo muy increíble de estar en Beijing, el cielo no es azul y no hay estrellas a la noche, el fenómeno de la contaminación, smog o niebla que nubla la vision del día te hace reflexionar y pensar en lo maravilloso de tener nuestro cielo limpio celeste y con nubes, y de lo necesario que es poder ver las estrellas para pedirle deseos. Nunca creí que podía haber algun lugar en el mundo que se privara de ello. Hoy fue mi primer día de turista en Beijing y elegí ir a la ciudad prohibida, me tome el bus pese a tener una bicicleta a mi disposición pero claramente no creo que hubiera podido regresar a mi casa, dado el cansancio de estar todo el día caminando dentro del palacio que es gigante, pero creo que lo que mas cansa es la multitud de personas que te acompañan en la visita.
Durante casi 500 años la ciudad prohibida fue el hogar de los emperadores de China y su corte, así como centro ceremonial y político del gobierno chino.Construido entre 1406 y 1420, el complejo alberga 980 edificios y ocupa 720 000 m². El conjunto ejemplifica la arquitectura palacial tradicional de China. Llegue a la plaza Tian’anmen y me encuentro con una cola de chinos interminable, así que con paciencia me dispuse a hacerla y en eso veo a un americano de unos 40 anos entre todos los chinos y le pregunto es la entrada del palacio. Su respuesta fue no se, sin despegar su mano de la de una china adolescente, pero sin dudarlo me quede cerca de ellos y seguí mi instinto de que era la cola para entrar. Al rato, ya a mitad de camino, se da vuelta y me dice que le había preguntado a su compañera y le dijo que esta era la cola para el cambio de guardia. Lo mire y le dije no importa ya, que fluya, estoy en la cola hace media hora. Por suerte no escuche al americano y me quede en la cola porque ciertamente lo era para mi destino. Así fue como entre al palacio junto a una multitud asiática excitada.
El palacio es gigante y en muchos casos repetitivo, muy decorado y con recovecos que hacen una suerte de laberinto que uno se olvida si ya vio determinada parte. Dragones, aves, tortugas, serpientes y otros animales plagan las entradas de los templos, y las casas restauradas se encuentran. Objetos maravillosos se encuentran dentro y explicaciones en chino e ingles por doquier hacen que se entienda lo que uno observa y uno aprenda.
Los palacios tienen nombres sublimes como el Palacio de la Pureza Celestial, el Salón de la Unión, el Palacio de la Tranquilidad Terrenal, Salón de la Armonía Suprema, entre otros. Pero a diferencia de lo que las bellas palabras describen y de lo que me imaginaba al palacio le falta alma, como si tuviera una tristeza en sus paredes, como si los cuartos de los emperadores y de las concubinas que se despliegan, muestran encierro, muestran falta de libertad o como mi amiga luego me decía falta de pasión. Al haber viajado a Japón y a Corea y al haber visitado sus palacios, la diferencia se me hacia presente y me sorprendía dado lo que adoro los templos chinos en todas partes del mundo. Claramente no es un templo sino la residencia de los emperadores, por lo cual el factor espiritual no esta contemplado, sobretodo porque esta dispuesto como si fuera un parque con tiendas para comprar regalos o comida. Luego conversando con gente que vive en Beijing comentaban la cantidad de incendios que sufrió el palacio y tal vez desde allí mi sensación de falta de alegría dentro.
De pronto atrás del salón de la armonía me encuentro con chinos vestidos con trajes del pasado, como emperador o emperatriz, y empecé a sacarles fotos porque hacían juego con el decorado. Seguí recorriendo el palacio y de pronto pensé porque no disfrazarme de china como ellos. Porque no ponerme en sus zapatos por un rato. Así que sin dudarlo volví a alquilar un traje chino de emperatriz, elegí mi tocado y mi vestido y me dispuse a caminar el palacio con otros ojos. Claramente ya no era lo mismo, ahora me sentía caminando distinta, desde otro lugar y lo que sucedió era grandioso, los chinos venían a querer sacarse foto conmigo, y realmente empecé a disfrutar del todo desde otro lugar, me olvide de las multitudes de personas, y de las colas y empecé a contemplar el espacio, a mirar los detalles. Fueron los 45minutos mas divertidos e interesantes de la ciudad prohibida, porque deje de ser occidental por un rato para convertirme en parte de ellos, una mas. Hasta conseguí marido e hijo por un rato, la esposa de un hombre vestido me pidió con senas que por favor me sacara foto con su marido y su hijo, lo cual me pareció completamente fuera de escena, pero como si fuera una emperatriz acepte el lugar dado. En mis adentros pensaba en mandarle las fotos a mis padres que en mi viaje a china había conseguido marido e hijo. Devolví el disfraz con una sonrisa en mi rostro, por un rato todo el alrededor se había esfumado para sentirme parte de otra historia, del pasado.
Viajar te permite eso, recrear historias de un pasado en un presente, imaginarte otros mundos dentro de un mismo mundo, te permite aprender y mirar las cosas con otros ojos. Por unos momentos me sentí china en mi cultura y visitando mi palacio. Por unos momentos las diferencias no existían, me sacaba fotos con ellos, y ellos me miraban con otros ojos, me aceptaban. Ni bien el disfraz ya no estaba su mirada era diferente, volvía la indiferencia. Pensar que uno siempre es el mismo, y claramente uno se permite ver las cosas como quiere. Estar bien o mal es relativo, depende de como uno quiera tomar las cosas. Seguí el recorrido del palacio con energía revitalizada. Los mejores 30 yuan o 5 dolares que pague, claramente la felicidad de ser niña de nuevo y de jugar por un rato a ser china valieron mucho mas de lo que pague. Ahí entendí lo importante de conectarse con el deseo y olvidarse de hacer el ridículo, Porque ni bien vi los disfraces que podían ser alquilados pensé para que, es una foto, no tiene sentido. Pero al hacerlo, todo cobro importancia, y el juego y el disfrute a veces tiene que ver con hacer el ridículo, con olvidarse del afuera y conectarse con lo que uno quiere.
Luego pase por el salón de los relojes y la gran galería, y los jardines, y me perdí de nuevo entre chinos y multitudes y souveniers y largos corredores terracotas con puertas que parecen todas iguales pero todas te llevan a un lugar distinto. A las 16 hs salí por otra puerta y claramente tenia que volver a mi casa que me estaban esperando y la gente no se desvanecía, constante hacia que todo se viera complicado para encontrar hacia donde. Pregunte a la policía y entre senales me mandaron hacia una dirección pero mi instinto luego de varias cuadras hizo que preguntara a extranjeros y claramente era la dirección contraria. Así que volví para atrás y lo que parecía cerca, termino siendo varias cuadras para volver al punto de inicio. Termine con dolor de cabeza y de piernas, cosa que no me es muy habitual, pero el bullicio, la cantidad de gente, en algunos casos la mala educación y lo grande del palacio fueron ingredientes que sumaron.
Volví a mi casa con preguntas de china mas que con respuestas. Preguntas que tienen que ver con su identidad, con su espíritu, porque justamente china aparece en mi vida luego de amar vivir un mes en Japón, de adorar los 5 días que estuve en corea donde sentí mucha magia, y hace tres días que me encuentro en china y todavía no puedo ni escribir de ella.
Hay lugares que te llevan mas tiempo de entender. Hay que viajar para encontrarse, para verse, y sobretodo para aprender a ver con otros ojos y a poder ponerse los zapatos de otros. La aventura en la vida muchas veces tiene que ver con hacer cosas simples, fuera de la rutina, salir de lo cómodo y permitirse probar o jugar con algo distinto.