Hoy celebramos el inicio del solsticio de verano y la luna nueva de Capricornio, momento de balances y de proyectar lo que deseamos y a mi me toco empezar un mural sobre la vida y la muerte. El mural es en un departamento particular que se llama “La muerte se ríe mientras la vida sucede”.
El hombre de la pareja vivió la experiencia a los 17años de morir unas horas y volver a la vida, vio el túnel y la paz que se disfrutaba en el otro lugar, vio a los médicos desde arriba y volvió, me contó esto para expresarme que quería una calavera, quería que la muerte estuviera presente, para recordar lo vivido. Nunca en mas de 19 años pintando hice una calavera, es un elemento que no me atrae, porque me gusta la vida. En otro momento le hubiera dicho “No”, hoy dije ¿porque no? Me encantan los desafíos. Entender a la muerte como parte de la vida nos hace entender al tiempo de forma circular y no lineal. Feliz de llenar de colores en otro ambiente y en lograr llevar a cabo algo que nunca había realizado.
El mural es sobre el amor y lo que genera al encontrarse dos personas, y al mismo tiempo los represente a ellos unidos desde la tierra y el cielo en una burbuja. A él lo hice como una calavera, dado que se río a la muerte y de esta forma gano y se hizo sabio por eso el búho que sostiene en la cabeza. A ella la hice como una princesa de otro tiempo, conectada con la naturaleza y con una mariposa en la cabeza, dispuesta a cambiar las veces que sea necesaria.
Un árbol de vida que mira, lleno de poros que son ojos abiertos, conectado al todo. Un gavilán posa en una de sus ramas como un guardián, rosas y estrellas cuelgan del mismo. Dos lotos que flotan y navegan en el agua representando su libertad pero al compartir su amor son un loto conectado con la tierra. Un banderín con mensajes para el hogar y estampados que generan felicidad. La naturaleza y el amor invaden el dibujo, demostrando que la vida siempre gana en su continúo existir.
“Que cada paso hecho en esta Tierra,
sea firme como el del latido de un tambor.
Que cada mirada hecha al Cielo,
no sea para pedir sino para ofrendar el corazón.”
Arnau de Tera