Debe ser cierto que el trabajo dignifica. Pero tan cierto como eso, es que elegir dignifica.
Cuando somos chicos. Y cuando somos grandes.
Antes elegían por nosotros. Para preservarnos, facilitarnos ingresar al mundo. O lo que fuera.
Cuando crecemos y resolvemos dejar de ser chicos, elegimos nosotros. Siempre y cuando tengamos el ánimo de asumir responsabilidad. Caso contrario, siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos y a elegir por nosotros.
Los buenos consejeros suelen ser personas que nos aprecian y que nosotros estimamos. Pero más allá de sus sanas intenciones y nuestro ocasional propósito de que resuelvan el mundo, nunca podrán asumirlo.
A lo sumo, podrán ayudarnos a pensar para que tomemos nuestras propias decisiones. Y es eso lo que parecería más sano. Escuchar a quienes apreciamos o estimamos, para resolver por nosotros mismos.
La realidad que vivimos la construimos en base a las elecciones que tomamos. Por eso si no nos gusta la realidad que tenemos, deberíamos repensar las decisiones que tuvimos.
Por suerte, siempre pueden reformularse o readecuarse para construir las nuevas circunstancias.
Elegimos qué hacer, qué pensar, con quiénes relacionarnos, qué compartir…
Y a partir de nuestras elecciones, construimos el mundo en el que queremos vivir.
Quizás no hay responsabilidad mayor que elegir quiénes queremos ser. Y que realidad queremos vivir.
Elijamos con honestidad, con propósito y con autenticidad. Escuchando a la persona que más tenemos que escuchar.
A nosotros mismos.
*Juan Valentini es autor de “Escritos de la Vida”. Los contenidos de este Blog no forman parte del libro. También es autor del libro de superación personal “El Campeón: filosofía práctica para ganar en el juego e imponerse en la vida”.