Las joyas de la abuela

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Mi madre lo anunció. Y lo hizo.

Tendría cinco años cuando lo vi todo.

–Voy a vender las joyas de la abuela –dijo, cuando estaba sentado en la mesa del comedor.

A los pocos minutos la vi revolviendo un cajón en la pieza de la abuela. Buscaba con desesperación unos anillos, pulseras, aros y cadenitas. Pronto los agarró con sus manos y los metió en una bolsa chiquitita de cartón.

Estaba parado al lado cuando me miró con complicidad. Sonrió y se le brillaron los ojos.

Me fui luego a seguir con la vida. Aunque quedé con esa imagen en la mente.

A la noche nos dio un beso a mis hermanos y a mí. Agarró solo la cartera, puso la bolsita con las joyas adentro y salió para la terminal de Pringles. Se iba en colectivo y tenía un destino definido, la casa de joyas que anunciaba Mirtha Legrand en su programa, un comercio que era capaz de comprarlo todo y salvarnos.

Por lo menos en la fantasía de mi madre, que llevó las joyas hasta ese lugar de Buenos Aires.

Ahora, a la distancia, todo suena muy extraño. La abuela peluquera, no podría tener gran fortuna en joyas. Más bien eran chucherías que difícilmente nos rescatarían de las dificultades económicas.

–Había un anillo de oro, Juan  -me dice mi madre conmovida.

–Pero mamá, las joyas de la abuela no nos iban a salvar del eventual remate de la casa que siempre anunciabas.

Claro que no, me dice. Por supuesto que no, pero la venta de las joyas nos ayudó. Con eso pagamos la cuenta de Marcelino.

El almacenero del barrio.

 

Escritos de la Vida - Juan Valentini

 

*Juan Valentini es autor de “Escritos de la Vida”. Los contenidos de este Blog no forman parte del libro. También es autor del libro de superación personal “El Campeón: filosofía práctica para ganar en el juego e imponerse en la vida”.