No soy el libertador, por supuesto. Ni tampoco vengo con la bandera prometedora, que nos emancipará de las cadenas.
Por la sencilla razón que no creo que tengamos cadenas. Y tampoco tengo la intención de semejante protagonismo.
Apenas si escribo unas líneas como para ver qué sucede. Porque la escritura, incide, provoca y moviliza.
Salvo que sea escritura empaquetada o con pretensiones pasatistas. En ese caso, nos deja en el mismo lugar.
Y seguimos siendo los mismos.
Así que el ímpetu está puesto en procurar alguna inquietud. Una breve molestia, con la intención de producir algún cambio.
Al menos de visión, de perspectiva. O de lo que fuera.
Si las cosas siguen igual, no solo nosotros somos los mismos. La realidad sigue siendo la misma.
Y el mundo sigue siendo el mismo.
Por eso más vale atrevernos a la incomodidad de perturbar. De pellizcarnos para movilizarnos de alguna manera.
Lo único que hace la comodidad, es precarizar la existencia. Por eso rebelémonos.
Liberémonos.
Ya es hora de que nos dejemos de joder.
No sé muy bien de quién debemos liberarnos. Disculpen, a veces el espíritu compenetrado y decidido nos obnubila. Y no sabemos muy bien a dónde nos lleva.
Quizás en verdad la liberación más notoria es la que nos libere de nosotros mismos.
La que deja atrás nuestras pequeñeces. Y nos invita a asumir nuestras posibilidades, para no ser nunca menos de lo que podamos ser.
De eso es bueno liberarnos. De nuestras limitaciones.
Asumamos por fin la valentía de trascender las excusas. Construyamos la realidad que queremos vivir.
Y liberémonos de una buena vez.
*Juan Valentini es autor de “Escritos de la Vida”. Los contenidos de este Blog no forman parte del libro. También es autor del libro de superación personal “El Campeón: filosofía práctica para ganar en el juego e imponerse en la vida”.