Yo creo que es bueno dudar.
Hay que dudar.
Bueno, en realidad no es que haya que dudar. O haya que hacer tal o cual cosa. Eso por supuesto que no. A nadie se le puede decir qué es lo que tiene que hacer.
Nadie mejor que uno para descubrirlo. Para darse cuenta qué es lo que decide hacer. O lo que prefiere evitar.
Etcétera.
Pero pasa también que a veces uno se compenetra y comparte la convicción.
Dice, hay que dudar.
Y luego se da cuenta de lo fallido que estuvo. El problema que le ocasionó la convicción desmedida y el ímpetu abusivo. Movilizado por buenas intenciones aunque tenga un espíritu errático.
Pero ocurre que en la duda está la posibilidad de pensar. De evaluar alternativas y adentrarse en la información, para elucidar caminos y tomar decisiones convenientes.
Eso es lo que quisiera decir.
Que poco tiene que ver con la obstinación y el convencimiento, que reduce al ser humano a la ceguera. Le quita posibilidades de observación y lo entromete a únicas realidades posibles.
Volviéndolo, a veces, caprichoso y terco.
O testarudo.
El tema es, quizás, saber hasta dónde dudar.
¿No?
La duda es una instancia de especulación. De observación. Análisis y proyecciones.
Un espacio de chequeo personal, que puede ser también compartido.
Habría que tener la capacidad estratégica necesaria para saber hasta dónde dudar. Y en qué momento cerrar esa etapa.
Para dejarnos de joder.
Dije habría y otra vez me equivoqué. Debí decir que quizás sea conveniente. Apropiado.
Cada uno sabrá.
Porque después de la duda viene la decisión. La acción y el compromiso. La única posibilidad que permite modificar la realidad y construir el mundo.
Caso contrario permanecemos dubitativos, sin desplegar la energía que produce la transformación.
El tema es que la duda pareciera ser una instancia necesaria e inteligente. Ayuda a que obremos con consciencia y construyamos estratégicamente la realidad que queremos.
Caso contrario, se vive como atropellado.
Movilizado por el azar, los sentimientos. El capricho. O lo que fuera.
Quizás es bueno dudar.
O no.
No sé.
Lo que seguro es importante, es no vivir en la duda.
*Que la duda sea una instancia para que tomen excelentes decisiones. Hasta la próxima!
*Juan Valentini es autor de “Escritos de la Vida”. Los contenidos de este Blog no forman parte del libro. También es autor del libro de superación personal “El Campeón: filosofía práctica para ganar en el juego e imponerse en la vida”.