Yo no sé si está bien o está mal usar malas palabras. Cada uno sabrá.
Somos todos grandes.
Respeto a quienes piensan que está mal. O creen que está muy mal.
Muchas veces dicen que son innecesarias, evitables y no contribuyen en nada. Es muy cierto eso que dicen en algunos casos. Tienen toda la razón.
También dicen que no aportan a fomentar la educación. Y eso también puede ser cierto. Es muy entendible.
Así que ser puritano del lenguaje es una postura que puede ser comprendida y por supuesto respetada. Como cualquier otra postura que puede ser divergente y que también tenga su fundamentación.
Porque lo único que podría perturbar un poco es la apreciación definitiva que carece de explicación. Es decir, el capricho que afirma tal o cual cosa.
A rajatabla.
Porque eso incomoda. Molesta.
Uno se enfrenta con la síntesis y no puede bucear sus intersticios. Entonces solo escucha la definición que carece de sustento.
Salvo ese capricho, cualquier entendimiento puede ser respetable. Aunque no por eso compartido.
Uno puede pensar de una manera. O de otra.
¿Cuál es el problema?
Alguien podría pensar que por algo existen las malas palabras. Que están contempladas en la Real Academia Española (RAE). Y que constituyen en parte el lenguaje.
Por lo cual.
Por lo cual a veces para lograr precisión es oportuno usar alguna. Se vuelve indicado hacerlo.
Caso contrario, se maquillaría el lenguaje. Se diría la palabra que puede sonar apropiada pero en verdad no es la adecuada.
La justa.
La que debe emplearse en tal o cual situación.
En esas circunstancias la palabra maleducada tiene una justificación. Y aunque suene feo es la que debe calzar en ciertos contextos.
Si alguien dijera otra, estaría desajustando una pieza. Con un término que estaría algo falseado. Aunque a veces pueda o no percibirse.
Porque, ¿cómo le dirían por ejemplo a un hombre que cruza en auto una avenida sin frenar, mirando para el otro lado?
Es en esos momentos donde la mala palabra dignifica su existencia.
Nos guste o no.
Porque no es quien escribe, quien empeñosamente la apunta. Es el hecho quien la revela.
*Juan Valentini es autor de “Escritos de la Vida”. Los contenidos de este Blog no forman parte del libro. También es autor del libro de superación personal “El Campeón: filosofía práctica para ganar en el juego e imponerse en la vida”.