El problema es la generalización.
La generalización mata el espíritu de discernimiento y vulnera la capacidad de razonar para obrar con efectividad en las situaciones cotidianas.
Ese es el problema. Y ese es el peligro.
Cuando alguien se lleva una síntesis de otro y la despliega con confianza en la vida, corre riesgo.
¿Qué riesgo?
El de pisar en falso y esguinzarse el tobillo. O quebrarse la pierna si el despropósito es mayor. Más elocuente e irreversible.
Por eso es preciso andar con cuidado, fijarse bien dónde uno camina y los bastones que va a agarrar para movilizarse.
Si uno se confía, llevándose el concepto que no elaboró, asume innecesariamente el peligro y lo espera pronto la equivocación.
No lo puede esperar otra cosa.
De ahí que hay que estar atento y denunciar con énfasis los riesgos de las generalizaciones. Disciplinarse en síntesis ajenas y hacerlas valederas para todas las circunstancias es un error.
Hay que ser cuidadoso de las síntesis que no nos pertenecen. Nuevas circunstancias o nuevos contextos pueden demostrarnos que no eran oportunas o adecuadas.
Que para tal o cual situación resultaban falibles.
Inapropiadas.
Por eso siempre es necesario discernir y atreverse a pensar por uno mismo. Para no forzar las verdades hasta donde las verdades no llegan.
Sólo la propia inteligencia es la que salva.
*Hasta la próxima!