Propongo reflexionar sobre este tema porque todos estamos afectados por ciertas lógicas, que es mejor conocerlas para poder aceptarlas o lidiar con ellas.
Hay tres variables relevantes que inciden en la construcción que hacemos de la imagen de alguien. Lo que la persona dice, lo que la persona hace, y lo que otros dicen sobre la persona.
En lo personal me inquietan ciertas injusticias que observo hace tiempo y que consisten esencialmente en vulnerar la imagen de algunas personalidades de nuestro país, que en general suelen ser destacados protagonistas en diferentes áreas.
Sin embargo, en vez de ser reconocidos y elogiados por sus capacidades y la contribución que hacen para enriquecer la reflexión, son duramente atacados con la intención de vulnerarlos, desacreditarlos y hasta acallarlos.
¿Por qué ocurre esto?
Las hipótesis pueden ser numerosas y adentrarnos en ellas podría enredarnos en un mar de suposiciones más o menos efectivas. Pero quizás en el trasfondo de estas lógicas existe una intención clara y perversa, que procura invalidar al otro. Erosionarlo tanto como se pueda para desprestigiarlo, menguarlo y atenuar su voz.
Presumiblemente porque su palabra puede tener una incidencia relevante en la sociedad, y producir las condiciones para transformar ciertos aspectos de la realidad.
Por eso procurar endiablar al otro, muchas veces utilizando informaciones falsas y artimañas maliciosas que deshonran al ser humano, es una práctica cuestionable que bien merece ser repudiada por cualquier persona de bien.
El problema es que todos recibimos información de múltiples lugares y que si no nos detenemos a percibirla con sentido crítico, es posible que seamos parte de las injusticias que se cometen con muchas personas de la sociedad.
Alguien por ejemplo dice algo malicioso o dañino sobre alguien, y si ese dicho no se confronta con la realidad que puede avalarlo o desmentirlo, se ocasiona un perjuicio a la persona afectada.
Si se reitera e insiste con informaciones falaces que erosionan a alguien, el daño puede ser muy notorio en caso de que quienes reciban esas informaciones no tengan el compromiso de confrontarlas con la realidad o la capacidad cognitiva para discernir sobre ellas.
En lo personal me produce tristeza que a tantas personas destacadas de nuestro país se las agreda con impunidad, con el objetivo de vulnerarlos y silenciarlos.
Por suerte esas personas que son tan cuestionadas suelen sobreponerse a la malicia y continuar con su camino, haciendo lo que sienten que deben hacer y diciendo lo que quieren decir.
Permitiéndonos así enriquecernos a quienes valoramos la posibilidad de escucharlos.
Pensar que el otro no puede hablar porque piensa muy distinto a lo que pensamos, es una limitación preocupante del desarrollo personal, que encierra a la persona a vivir en un mundo de prejuicios y sorderas.
Por eso cada vez que queramos en verdad conocer a alguien, no deberíamos escuchar tanto lo que se dice sobre esa persona. Seríamos más justos si mirásemos lo que esa persona hizo.
Y lo que esa persona hace.
.*¡Hasta la próxima!