Estoy sorprendido por el accionar ajeno. Cuando un hombre obra con maldad y lo hace en forma determinada, no puede más que sorprenderme. Que inquietarme y provocarme la pregunta consecuente, ¿por qué cree en la maldad?
En el fondo, en el trasfondo del accionar humano, está la decisión, que es quizás una de las más importantes que debemos tomar todos. Y que, sepamos o no, todos tomamos.
Creer en la bondad o en la maldad.
Inmiscuirse en cuestiones subjetivas y poder elucidar por qué alguien elige un camino y no otro, sería una tarea tan inabarcable como imprecisa. La complejidad del ser humano es un obstáculo infranqueable para arribar a ciertas certezas sobre su comportamiento.
Podemos bucearlas, indagarlas y cobrar el ímpetu que nos impulsa al entendimiento, pero aspirar a verdades incuestionables es una intención en exceso pretenciosa y en esencia fallida.
Quizás solo podríamos preguntarnos qué elección tomamos cada día. Qué incidencia tiene esa elección en nosotros y en los demás.
Y si estamos dispuestos a sostenerla o creemos conveniente cambiarla.
Es raro que alguien elija con compromiso la maldad, que elija el odio, la posibilidad de vulnerar al otro. Y crea en todas las precariedades del ser humano, para honrarlas luego en comportamientos que expresan el máximo nivel de degradación que una persona puede alcanzar.
Es triste que se persuada a las personas a creer en los sentimientos negativos y que se los nutra o estimule con palabras, comportamientos y exaltaciones perniciosas.
Y más triste aún es que haya gente de bien que se deje arrastrar por un camino que no es el suyo. Y que con docilidad, y sin mayores reparos, decide transitar.
Parecería que vivimos en una época crispada en la Argentina, de desencuentro y confusión. De caminos errados y convicciones mal intencionadas.
Quizás el mayor desafío que tenemos, es preguntarnos quiénes queremos ser. Desestimar el camino que denigra nuestra existencia. Creer en la virtud del ser humano. Y obrar en consecuencia.
Caso contrario viviremos en un mundo cada vez más precarizado y observaremos en los hechos las peores manifestaciones que puede cometer el ser humano.
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