Llamo a mi madre y me notifico que mañana saldrá para Buenos Aires en un viaje de urgencia. Me cuenta que le duelen los riñones y que papi sacó un sobre turno para estar a primera hora frente al doctor Jiunta en la clínica de Favaloro.
-Es la mente –tiendo a decir-. No creas en los achaques que te van a dar achaques.
Mi madre se ríe y me dice que papá sacó el turno por los dolores en los riñones. Pero que además se agachó y le duele también la rodilla.
-Me hizo ruido –dice-. Ahora la rodilla me tapa el dolor de riñones.
Me rio y le digo que no crea en los achaques, que si se los cree va a terminar achacada. Pero ella protesta y me dice que qué quiere que haga si le duele. Y que le duelen los riñones y la rodilla. Y que por eso papi irá mañana de urgencia a Buenos Aires a hacerse cargo del asunto y resolver la situación.
Le digo que a mí también me duele la espalda y me duelen las piernas. Que se recupere pronto así retoma yoga.
Pero escucho que también tiene arenilla.
-Eso es porque no tomás agua –digo-. Cualquiera que no tome agua tiene arenilla.
Para atenuar la dolencia cuento que yo también tengo y que seguramente todos en la familia tendremos arenilla.
Dice que no, que en el caso de ella no puede ser así porque ella no es de la familia.
Escucho como si no hubiera escuchado nada. Y digo que vaya a tomar agua. Que con el agua de soluciona.
Mi padre grita desde el sillón y algo se escucha. Mi madre ríe y retransmite.
-Dice que tenés arenilla porque el abuelo era albañil.
Es cierto, el abuelo era albañil. Constructor. O ambas cosas.
Parece ahora que se comprende todo. El abuelo Juan tiene la culpa de la arenilla que está inmiscuyéndose en la familia y llegando a cada uno de los riñones de sus integrantes.
Los Valentini estamos siendo atacados en forma silenciosa por esa maldita arenilla que va haciendo su trabajo y va avanzando sobre nuestros riñones.
Espero que pronto revirtamos la situación.
Y que el doctor Jiunta desde mañana se aliste en nuestro equipo y ayude a mi madre en la batalla.
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