Por: Mauro Gago
EL AMOR Y EL SEXO, LOS PLACERES QUE NOS PROVEE AFRODITA,LA DIOSA DEL AMOR.
El amor y el sexo son, tal vez, las entidades que mayor placer causan a los seres humanos y no por casualidad emergen siempre de manera conjunta, a pesar de que algunos pretendan aseverar que se puede gozar del sexo sin amor o que se logra amar prescindiendo de la actividad sexual. En ese sentido, algunos detractores dirán que aquella afirmación es una falacia, teniendo en cuenta que se ama a los padres o a los hijos y en tal apego amoroso no existe contacto sexual alguno. Sin embargo, considero que hay dos formas de responder a dicha objeción y una radica en el hecho de que el que no exista sexo en las relaciones parentales corresponde a una cuestión cultural como lo es la prohibición del incesto, restricción primordial en casi todas las sociedades. Por otra parte, si nos remitimos a la diferenciación que Sigmund Freud realiza entre las dos formas de amor, a saber, amor tierno y amor sensual, diremos que al tipo de amor al que referimos es al sensual, el que verdaderamente hace alusión a la diosa Afrodita (dicho sea de paso, el amor tierno o maternal está representado por Atenea y también por Démeter). En efecto, en el sexo hay amor sensual siempre y en ciertas ocasiones se entromete el amor tierno en las relaciones duraderas.
Lo concreto es que más allá de inclinarse por una u otra justificación, expondremos con convicción que el amor y el sexo, aunque distintos uno de otro, son compatibles y siempre van de la mano. Los griegos pensaban de la misma manera y dicho pensamiento se reflejaba en los mitos de Afrodita, reconocida como diosa del amor, de la seducción y la sexualidad.
Lo paradójico es que Afrodita nace de un conflicto de tinte sexual pero no como retoño de una copulación entre un dios y una diosa: Cronos, padre de Zeus, intenta destronar a su padre Urano, rey de Dioses y Titanes, cuyo poder radicaba según las creencias en su virilidad, por lo que el dios del tiempo le corta los genitales a su padre para debilitarlo y los arroja al mar. En consecuencia, la espuma que provocan los fluidos seminales del Titán da lugar al nacimiento de Afrodita. La diosa, cuyo nombre se rebautizó como Venus para los romanos, era la más hermosa del Olimpo y, por ende, más bella que todas las mortales. El orgullo y la altanería de Afrodita hicieron que Zeus la castigara casándola con Hefesto, el dios de la Alquimia y el más feo de todos. A partir de ello, la diosa del amor dio rienda suelta a sus pasiones y a las consecuentes infidelidades con dioses y mortales, dejando detrás de sus amoríos una vasta descendencia.
Afrodita portaba, además de su extrema belleza, un ceñidor brillante que la hacía aun más irresistible, por lo que los hombres no sólo se sentían atraídos por ella, sino que caían perdidamente enamorados a sus pies. A pesar de su promiscuidad, Afrodita sentía un amor especial por Ares, hermano de Hefesto. Cuando éste obtuvo la mano de Afrodita, Ares se sintió tan defraudado por Zeus que irradió todo su odio y sed de venganza hasta hacer temblar el Olimpo, lo que lo transformó en el dios del rencor y la guerra. No obstante ello, Afrodita y Ares siempre se localizaban para llevar a cabo los más lujuriosos encuentros sexuales y para profesarse su eterno y prohibido amor. Por eso, siempre se dice que del amor al odio hay un solo paso…
Ares, temiendo que Hefesto o algún otro dios lo sorprendiera cuando intimaba con Afrodita, dejaba a un sirviente de nombre Alectrión en la puerta de la habitación para que lo alertara mediante un canto ante la llegada de cualquier intruso. Por su parte, Hefesto, que sospechaba de los encuentros amorosos entre su esposa y su hermano en su propio lecho, diseñó una trampa invisible para que en el medio del coito, los amantes quedaran atrapados y poder así evidenciar la infracción ante todos los dioses. Cierto día, Alectrión se quedó dormido y Apolo (o Helio), dios del Sol, los descubrió infraganti. Afrodita intentó inmediatamente tapar sus partes pudorosas pero rozó sin querer el alambre invisible que actuaba de soporte y la trampa se cerró, quedando ambos atrapados. Cuando fueron liberados para ser sometidos a castigo, Ares esparció todo su odio contra Alectrión y lo transformó en gallo, condenándolo de por vida a anunciar todas las mañanas la llegada del Sol… o de Apolo.
Afrodita, intentando evitar el castigo de su esposo, sacó hierbas mágicas de su ceñidor para excitar y enamorar a Hefesto. El grotesco dios, hechizado por su mujer, perdonaría así todas las infidelidades de su amada y desde entonces, tanto las hierbas como todo lo que sirva para suscitar la excitación sexual recibió el nombre de Afrodisíaco…
Vídeo que muestra algunas de las representaciones artísticas de Afrodita