Por: Mauro Gago
Las divinizaciones que realizaban los antiguos griegos para explicar los fenómenos naturales y los valores de la vida.
Que los seres humanos temen a lo desconocido e intentan, en consecuencia, revelar y graficar aquello que los intimida a través de divinizaciones, es algo común a todas las culturas. Obviamente, los antiguos griegos no escaparon a esta lógica, por lo que instauraron a través de los años una “religión” y un santuario de dioses que de alguna manera explicaban tanto los fenómenos naturales como ciertos valores de la vida. Si bien es cierto que la lista de dioses griegos es muy extensa, en esta nota analizaré los significados de aquellos dioses más relevantes que habitaban el afamado Olimpo.
ZEUS: Es inexorable comenzar por el máximo dios y rey del Olimpo. Cuando las primeras generaciones helenas divisaron el cielo y avistaron la lluvia, los rayos y truenos presumieron que allá en la lejanía del éter debía existir un dios que precipitaba grandes cantidades de agua, que rugía y lanzaba rayos desde su morada para castigar los pecados de los mortales, y este castigador dios fue bautizado como Zeus. El rey de dioses, asimismo, representaba la Omnipotencia.
HERA: Su esposa era obviamente la reina del Olimpo y, a diferencia de su marido, Hera designaba el Cielo en su interpretación sosegada, aquel cielo despejado y claro que los griegos divisaban día tras día. Esta calma en el éter, a su vez, indicaba que los hombres no habían cometido grandes faltas por lo que Zeus no decretaría ningún castigo. Sin embargo, Hera también representaba el Matrimonio y la fidelidad, a pesar de los amoríos de su esposo.
POSEIDÓN: Pero los griegos también sentían curiosidad y a la vez temor por las grandes prolongaciones de aguas azuladas que se extendían hasta el horizonte y entendieron que debía existir un dios que las dominaba y que pusieron por nombre Poseidón. Así como Zeus representaba la cólera del cielo, su hermano Poseidón figuraba la furia del mar. Es decir que cuando eran sometidos a gigantes olas (o Tsunamis) y a la vehemencia de las aguas implicaba que Poseidón decidía castigar a aquellos marinos que invadían sus moradas. El dios, al mismo tiempo, representaba la Ira.
ATENEA: Si los rayos caídos a la tierra eran la forma de castigo de Zeus, ¿qué eran aquellas chispas que reverberaban entre nube y nube? Así, para explicar los relámpagos, los antiguos griegos encontraron a la diosa Atenea. Su naturaleza belicosa hacía que “jugara” violentamente con sus hermanos, aunque nunca podía remitir sus poderes hacia los humanos. Atenea encarnaba también el don del Conocimiento.
ARES: Su hermano Ares había nacido con un carácter aun peor que el de su padre Zeus y no por casualidad era el dios que representaba a la Guerra y el Odio. Pero en términos climáticos, designaba la ferocidad de la Tempestad.
AFRODITA: bien sabido es que era considerada la diosa de la sexualidad pero también era una de las personificaciones del agua o la versión femenina del mar. Su leyenda nos dice que nació de la espuma seminal derramada en el mar por los testículos cercenados del dios Urano, con lo cual no tiene un padre propiamente dicho, naciendo así del agua, fuente primordial de la vida. Fue muy proclive a la actividad sexual, producto de su extremada belleza, otro de los conceptos emparentados con la diosa.
HADES: era el dios del Inframundo, cuya parte superior adquirió su nombre (el sector más profundo era el Tártaro). En ese sentido, Hades era la personificación de la muerte y, asimismo, de las regiones infernales, lugar al que temían los mortales pero al que veían como un destino inexorable.
APOLO: el dios hijo de Zeus era la personificación menos antigua del Sol, ya que los mitos clásicos consideraban a Helios como verdadero representante del astro. No obstante, podría ser calificado más bien como caracterización de la luz natural del mundo, producto, no casualmente, del resplandor del Sol. Sin embargo, también era la alegoría de las artes y las letras.
ARTEMISA: la hermana de Apolo fue considerada como diosa de la Luna, aunque en este caso también los clásicos reservaban esta identificación a la diosa Selene. Por consiguiente, Artemisa fue caracterizada como la luna en su cuarto creciente, mientras que Selene como la Luna llena. Simbolizaba, además, la castidad tanto femenina como masculina.
HERMES: Si la lluvia torrencial representaba el castigo de Zeus, la garúa simbolizaba los mensajes del dios a los mortales, los cuales eran trasladados por Hermes. Pero este dios, además, representaba la Elocuencia.
HEFESTO: era el dios más feo del Olimpo ya que estaba expuesto permanentemente al arsénico de los metales que forjaba, que producían cojera y cáncer de piel. Era, por supuesto, la personificación de la alquimia y la industria pero asimismo representaba el fuego, materia prima esencial en la fabricación de metales. Además, era la personificación de los volcanes.
DIONISO: era el dios de la lujuria y las orgías, pero representaba principalmente al vino. Figuraba asimismo la “fertilidad” de la tierra dada su connotación sexual, teniendo un séquito de sátiros que se dedicaban al pastoreo.