Por: Mauro Gago
La verdadera leyenda de la Guerra de Troya (parte 1)
La frase es tan vieja, que no nos alcanzaría nuestro árbol genealógico más extenso para encontrar su origen, ni siquiera para el árbol de nuestro tátara abuelo. Lo cierto es que aun hoy se recurre a ella (hasta hubo un programa televisivo con la frase en cuestión) para simbolizar un escándalo, la debacle o un conflicto significativo (muchas veces mediático) dentro de un determinado grupo cerrado, como lo era la amurallada ciudad de Ilión, más conocida como Troya.
Quizá muchos conozcan la historia de una de las ciudades casi inexpugnables de la historia (o de la mitología) pero los detalles y causas de la devastación se han ido corroído con el paso de los siglos.
Todo comienza en la boda de Peleo y la diosa Tetis (padres de Aquiles), acontecimiento al que fueron invitados hombres y dioses, a excepción de Eris, la diosa de la discordia. Ésta, encolerizada por el desplante, decidió infiltrarse en la celebración y colocó en una de las mesas una brillante manzana de oro con un cartel que indicaba ser “para la diosa más hermosa”. Inmediatamente, Hera, Atenea y Afrodita hicieron alarde de su belleza y quisieron llevarse de forma despótica la manzana, por lo que Zeus (tratando evitar el enojo de las perdedoras) decidió que el juez de la disputa fuese el jóven más apuesto entre los presentes: Paris. Las diosas, en su afán de ser elegidas por el príncipe troyano, se desnudaron sin tapujos para mostrarle sus dotes, pero ante la perfección corporal de las tres, resolvieron ofrecerle distintos premios para obtener su voto. Hera, esposa de Zeus, le ofreció ser el hombre más poderoso del mundo; Atenea le ofertó ser el hombre más sabio entre los mortales y Afrodita, el amor de la mujer más linda del orbe. Paris, que amaba a las mujeres más que a nada en el mundo, eligió como la más agraciada a la diosa del amor, ganándose la antipatía de las diosas restantes.
Con el Juicio de Paris, Afrodita se compromete a cumplir con su promesa, con el detalle de que la mujer más linda del mundo era Helena, esposa del rey de Esparta Menelao. Lejos de persuadirse por esta situación, aprovechó una celebración de amistad entre Esparta y Troya para ayudar a Paris a raptar a Helena.
De esta forma, en el último día del agasajo espartano, Paris secuestró a Helena por la madrugada, escondiéndola hasta de sus compatriotas troyanos. Inmediatamente, Menelao acudió a su hermano Agamenón para que congregara a todos los reyes griegos y castigar la traición de los troyanos. Fue así como se reunió al ejército más numeroso del mundo para atacar Troya, dando inicio a la serie de enfrentamientos posteriores entre griegos y persas.
La Guerra de Troya duró 10 años y vale saber que La Ilíada de Homero relata los hechos del último año de asedio heleno, comenzando con la descripción de la cólera de Aquiles contra Agamenón por haberle quitado a su amante Briseida, y terminando la narración con los festejos funerarios por la muerte del príncipe Héctor de Troya.
Sin dudas, el personaje más destacado de la Guerra es Aquiles, pero también lo son, desde el lado de los griegos, Agamenón, Menelao, Ayax, Diomedes, Idomeneo y, el más astuto, Odiseo. Por el lado troyano, los más destacados guerreros son Héctor, Eneas (protagonista de la obra La Eneida de Virgilio en dónde se narra la leyenda del Caballo de Madera), Sarpedón, Reso, el rey Príamo y Paris.
Se preparaban así, por aquel entonces, los ejércitos más poderosos del Mundo. La bella ciudad de Ilión esperaba temerosa la llegada de los mil barcos griegos y, especialmente, la llegada del sanguinario hijo de una diosa que, según decían, tenía sólo un punto débil… su talón…
Continuará…