El Minotauro en su laberinto

#GreciaAplicada

La leyenda de la terrorífica bestia con cuerpo de hombre y cabeza de toro

“-¿Lo creerás, Ariadna? –dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
(La Casa de Asterión, “El Aleph”, J.L. Borges)
La frase corresponde a la última oración del cuento de Jorge Luis Borges, el cuál, debo admitirlo, no entendí la primera vez que lo leí, teniendo en cuenta que en mis jóvenes trece años nada sabía de los mitos griegos. Pero cuando me dispuse a leerlo nuevamente, conociendo ya gran parte de dicha mitología,  supe que iba a ser uno de mis cuentos favoritos. Así advertí que Asterión era el Minotauro y que su casa (que, como refiere Borges, tiene infinitas puertas, ventanas y patios) no era otra que el laberinto en el cuál fue confinado. En lo progresivo daremos cuenta de la identidad tanto de Ariadna como de Teseo.

El Minotauro Asterión, el abominable engendro producto de la unión de Pasifae con el Toro de Creta

La leyenda indica que Poseidón, dios de los mares y océanos, hizo salir del mar (sus aposentos alternos al Olimpo) al toro blanco más hermoso de la tierra para que Minos, el rey de Creta, lo sacrificara en su honor. Sin embargo, el codicioso monarca quedó tan impresionado con la belleza del animal que lo juntó con su rebaño y en su lugar sacrificó  a otro toro blanco, creyendo que así engañaría al dios. Poseidón, obviamente, no cayó en la trampa. Impregnado de ira, instaló en  la amada esposa de Minos llamada Pasifae, un amor tan vehemente como insólito hacia el toro divino. Fue de este modo como el acto de zoofilia entre la reina y el toro dio lugar al nacimiento del Minotauro, al que llamaron Asterión.

El Minotauro fue adoptado por otras culturas y por obras de la literatura y el cine, como la saga “Narnia” del escritor C. S. Lewis

El engendro espantó de sobremanera a la corte real y generó en Minos la humillación más grande que jamás había sufrido. Asimismo, cuando Asterión fue creciendo, descubrieron que había asesinado a decenas de jóvenes cretenses para alimentarse, execrable hábito que llevó a la bestia a acostumbrarse a comer sólo carne humana. Desesperado, Minos acudió a Dédalo, el arquitecto más célebre en toda Grecia, para que diseñase una prisión exclusiva e inexpugnable para el monstruo. Fue así como Dédalo delineó el laberinto más famoso en la historia de la humanidad, que tenía hectáreas y hectáreas de extensión. Tan intrincados eran sus desfiladeros, que el propio creador tuvo que salir volando con alas al construir las últimas murallas en el corazón del atolladero. Engañando a Asterión, lograron adentrarlo en lo profundo del laberinto y lo abandonaron.

Recreación del Minotauro y Teseo en el Laberinto

 Sin embargo, por miedo a Poseidón, Minos creyó conveniente alimentarlo de alguna manera, por lo que, aprovechando el tributo que Atenas debía pagar a Creta por una derrota bélica, exigió a Egeo, el rey ateniense, que le enviara a siete mujeres y a siete varones vírgenes una vez al año como parte de la punición de guerra. Así fue como año tras año estos jóvenes eran plantados en el laberinto en el que inevitablemente se perdían hasta que encontraban la muerte al toparse con el horrendo Minotauro, que con sus carnes saciaba su hambre voraz.
Como habíamos indicado en la publicación anterior, en la que hablamos del origen mítico de los signos del Zodiaco, en el apartado de Tauro aprendimos que fue Teseo, príncipe de Atenas, quién asesinó a Asterión. Indignado por el funesto tributo que su nación debía pagar a Creta y también por la espantosa muerte que padecían sus compatriotas, pidió a su padre que lo dejara formar parte de los siete varones que debían partir aquel año para tener la posibilidad de matar al Minotauro. Al llegar a la isla los catorce atenieses, Ariadna, una de las hijas de Minos, se enamoró perdidamente de Teseo y prometió ayudarlo en su misión para obtener su amor. Llegado el momento, Ariadna entregó al héroe una daga y un ovillo de dimensiones inauditas para que Teseo fuese desenrollando por los pasadizos del laberinto y facilitarse de esta manera el camino de regreso. En efecto, nuestro héroe ingresó en el laberinto la noche previa a la “manutención” de la bestia y caminó durante horas hasta que se topó con el Minotauro.

Teseo dejó inconsciente al Minotauro a fuerza de golpes y luego enterró su cuchilla en la frente de la bestia

La pelea fue atroz. La fuerza bruta de Asterión, que embestía a Teseo con su cornamenta, era contenida dificultosamente por el príncipe ateniese, que contraatacaba con golpes de puño en la cara de la bestia. Finalmente Teseo noqueó con la fuerza de su brazo al Minotauro e incrustró su cuchilla en su frente. Luego de dar muerte al engendro homicida de sus compatriotas, rescató a los atenienses y a Ariadna, robó uno de los barcos cretenses, luego hundió los restantes para evitar una persecución y regresó a Atenas victorioso. Sin embargo, Poseidón, para garantizarle un propicio regreso a través de los mares, exigió a Teseo que abandone a Ariadna en la isla de Naxos para que ésta se casase con su sobrino Dioniso, el dios del vino y la lujuria

 

Escena en la que Teseo mata al Minotauro en la película “Inmortales”

Así fue como Teseo se convirtió hasta nuestros días en el máximo héroe de la ciudad capitalina de Grecia, en la cual hay varias estatuas que le rinden homenaje. El Minotauro, por su parte, se transformó en un ícono de culturas posteriores como símbolo del terror (por caso, Dante Alighieri lo ubica en uno de los círculos del Infierno en la Divina Comedia), proposición que Borges desestimó al “humanizar” al legendario Asterión en su célebre cuento.

El Minotauro muere a manos de Teseo, el héroe de Atenas

¿Recorriste algún laberinto alguna vez? ¿Conociste en alguna oportunidad La Casa de Asterión?