Por: Mauro Gago
Una adaptación interesante que no deja de tener sus errores
El 2014 podría denominarse como el “año herculeano”, al menos en el mundo del cine, ya que la pantalla grande nos trajo dos adaptaciones del héroe griego Heracles (más conocido como Hércules) en menos de ocho meses.
La primera de ellas, titulada “La leyenda de Hércules”, vio la luz en la Argentina allá por febrero, mientras que éste último jueves se estrenó la segunda, denominada “Hércules: Guerras de Tracia”. Coincidentemente, ambas se caracterizan por mostrar el posible costado real del mito, aunque “La leyenda…” recrea los acontecimientos previos a las hazañas harto conocidas, mientras que “Hércules…” narra hechos “supuestamente” posteriores a los célebres “doce trabajos” del “Hijo de Zeus”. Y este “supuestamente” no es casual, ya que el guion de esta última película ofrece dentro del mismo film una interesante explicación algo más real de las hazañas de Heracles, desmitificando a través de los propios personajes el carácter “milagroso” de sus proezas.
Heracles se enfrenta a guerreros que se esconden debajo de la tierra, referenciando a los “espartoi” que lucharon contra Los Argonautas.
La hipótesis del director es, por consiguiente, que existió un hombre terrenal que no consumaba hazañas por sí solo, sino que disponía de un equipo de guerreros que lo ayudaban a sobrepasar los dificultosos desafíos. Precisamente, estos compañeros son Tideo, Autólico, Anfiarao, Atalanta y Yolao, es decir, todos héroes griegos que se relacionan por separado en las distintas historias de Heracles y que el director decidió unirlos en su película.
Heracles, Autólico, Yolao, Anfiarao y Atalanta, compañeros de hazañas.
Pero más allá de esta propuesta, entre los aciertos del film de Brett Ratner se destaca la caracterización de Heracles que es interpretado por el actor Dwayne Johnson, en comparación con la que Kellam Lutz llevó a cabo en la primera película del semidiós, básicamente porque la del primero es una adaptación que coincide más con la que describieron los dramaturgos clásicos griegos y, por ende, la que imaginamos los fanáticos de los mitos helenos. En primer lugar, el Heracles de Johnson es morocho y con barba, en contraposición al de Lutz, que cuenta con una carita de ángel, pelo rubión y unos ojos celestes que hacen pensar más en un protagonista de una novela brasileña antes que en un héroe griego que mataba adversarios a garrotazos. Sí, el de Lutz es un Hércules para la platea femenina. El de esta última película, en cambio, muestra un titán más rudo y “feo”, que encaja más con el de la leyenda. Asimismo, este Hércules cuenta con un atuendo que respeta el del mito, principalmente por el garrote que porta en su mano derecha y por la cabeza-piel del León de Nemea como casco, bestia que asesinó en su primera hazaña.
Casco de cabeza de león y garrote, atributos adecuados de acuerdo al mito.
Los aciertos de “Hércules”, sin embargo, no terminan allí. Y en ese sentido es de destacar la introducción del film, donde se relata correctamente el nacimiento de Heracles luego de que Zeus violara a su madre Alcmena; la dilucidación del bautismo del niño como Herakles (que significa “gloria de Hera”) para aplacar la ira de la esposa del máximo dios por dicha infidelidad y, por último, la representación de la intención de la diosa de asesinar al bebé enviando dos serpientes a sus aposentos, que el infante Heracles aniquila con sus manos. Son, además, muy impactantes y ricas visualmente las escenas que recrean tres de las hazañas del héroe: los enfrentamientos con la Hidra de Lerna, con el Jabalí de Erimanto y con el León de Nemea.
Heracles enfrenta en su primer trabajo al León de Nemea, al cual estrangulará con sus manos, según el mito.
No obstante, el film también cuenta con algunos errores. El más resonante es mostrar a Yolao, sobrino de Heracles, como un simple narrador y estimulador del mito de su tío, cuando en realidad era un fiel compañero y valiente guerrero. Incluso, en la leyenda, participó de manera activa en los trabajos de Heracles, principalmente quemando los muñones de las distintas cabezas de la Hidra de Lerna que Heracles cercenaba, para que éstas no renacieran. No obstante, hay que destacar que el director otorga a Yolao la responsabilidad de ser el propagador de la leyenda al magnificar sus luchas y aventuras, lo cual implica una mirada interesante. La segunda crítica, por su parte, refiere al asesinato de Heracles de su esposa Megara e hijos, que en el film es explicado como una trampa de Euristeo que derivó en el salvaje ataque de lobos a la familia del héroe, aunque la historia dice que Heracles sí las asesinó luego de que Hera lo sumiera en un estado de locura pasajero. Pero, claro, un héroe no puede transformarse en el malvado en las películas.
Heracles golpea y captura al Jabalí de Erimanto, su cuarto trabajo.
En conclusión, esta última versión de la leyenda supera ampliamente a sus antecesoras, mostrando además una historia más auténtica que legendaria. Lo elogiable es que derriba muchas fábulas que pudieron creer los griegos de entonces (situación plasmada en los personajes), como la existencia de los centauros liderados por uno llamado Reso. Sencillamente, una película que respeta en un porcentaje alto el mito del héroe más afamado de la Mitología Griega…
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Heracles o Hércules, el mayor héroe de la Mitología Griega llegó por segunda vez a la pantalla grande en 2014.