La naturaleza viva en la ciudad: ¿cómo hallarla?

#JardineríaDeBalcón

Salís de tu casa, doblás en la esquina y te encontrás una boca de subte llena de gente.
A la salida, edificios de infinitos pisos colman tu visión. Entonces entrás en la oficina y sin darte cuenta, olvidaste de ver el sol o de sentir una brisa en la cara. Desconocés si la luna está llena o es nueva, si lloverá o si hay o no un nuevo árbol en la cuadra.
La mayoría de los días no te das cuenta, pero cuando pasa y tu cuerpo -o tu alma- te dice “no te olvides de la tierra”, no te imaginás como hacer para volver a conectar entre tanto cemento.

Selva de cemento

¿Qué hacer cuando la ciudad nos abruma y bloquea nuestro contacto con el verde, la vida y lo natural?
Lo más fácil tal vez sea pasar por un vivero, llevar una planta a casa que nos guste y cuidarla. Tal vez disfrutar de sus nuevos gajos, de las yemas que dan nacimiento a nuevas hojas y tal vez alguna flor atractiva.
Si nos animamos a ir un poco más allá, más profundo, quizás podemos evitar llevar una planta crecida y animarnos con el siguiente “combo”: maceta + tierra + semilla. Sí, ayudar a la semilla a germinar y a dar vida. Algo tan mínimo como una semilla nos lleva a mirar todos los días a la tierra, a ver el crecimiento, a ver si pasó algo, si brotó o si creció o simplemente si está bien. No hay placer más grande en la jardinería como ver las semillas brotar y las plantas nacer.
Otra opción más simple todavía es tratar de aprovechar los espacios verdes de la ciudad: tenemos tantas plazas, parques y hasta una gran reserva ecológica llena de vida que no tenemos razón para dejar de aprovecharlos. Observar los árboles, el color del césped, su textura y su aroma. Intentar de diferenciar el sonido de las aves y entender su comportamiento. Ellas también viven en la ciudad y tienen sus necesidades y deseos, pero a veces no nos hacemos el tiempo para observarlas.

Sentir el verde césped

Además de lo mencionado está el compartir. Regalar una planta es algo hermoso, compartir ese pedazo de vida con otro y crear un lazo a partir de esa conexión.
Mirar los árboles en la calle… Pensar que cualquier turista extranjero se queda asombrado por el nivel de arbolado en nuestras calles y nosotros ni lo reconocemos. ¡Tantas especies para disfrutar y compartir! Los altos plátanos, los fresnos, las tipas y robles en nuestras veredas, los palos borrachos, los ceibos, jacarandás, ombúes y tantos otros hermanos leñosos en nuestras plazas.
¡Disfrutemos del verde que tenemos, y contagiemos ese encanto para generar cada vez más!

Lejos de un consejo de jardinería, hoy me descargo en pos de una ciudad con más naturaleza.
Sientan el verde en su días, no olviden donde está la verdadera vida.