Por: Mariano Marquevich
La decepción acerca de cualquier cosa suele encubrir un error. En Oriente, conocen bien ese error: se llama expectativa.
Si esperamos algo de alguien o de algo, y eso que anhelamos no se cumple, el malestar tiende a ser proporcional al vigor con el que lo deseábamos.
“Somos humanos y tenemos sentimientos. No podemos pasar por la vida como si fuésemos plantas”. Dirías vos con absoluta razón, y ya casi a punto de cerrar la nota y tildarme de idealista (o idiota). Aguarda. Hay una opción, que creo… no falla. En lugar de estar esperando cosas del mundo externo interioriza esta frase:
Sólo me decepcionaré cuando no esté haciendo ahora lo que tengo que hacer para cumplir mis objetivos más importantes en esta vida.
El hacer puede referirse desde a dormir, puede ser ingresar a la facultad, pensar determinada cosa, levantarse temprano, mirar un programa de chimentos para despejar, puede ser buscar un trabajo mejor etc.
Si sos un lector agudo, habrás notado en que usé la palabra ahora. Es una palabra que cambia mucho el sentido de la oración. Por lo tanto, no sólo no deberías decepcionarte si de afuera no reaccionan del modo que tu quisieras que reaccionen, sino, que tampoco te decepcionarás de cosas que no hiciste o pudiste haber hecho mejor. Simplemente, ocupate de hacer lo que en este momento tenes que hacer para ir llevando tu vida, paso a paso hacia tu auto-realización.
LLAVE MAESTRA
- Podría servirte que descartes otros “lemas” en tu mente que autorizan, naturalizan y fomentan tu decepción cotidiana y te enfoques en adoptar este: “sólo me decepcionaré de aquellas cosas que ahora debiera hacer y no este haciendo para alcanzar mis objetivos más importantes en esta vida”. Podes poner un recordatorio en tu celular o donde sea que lo mires todos los días. Proba hacerlo un mes y después me contás…
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