Por: Alejo Bernasconi
Uno siempre piensa que en una banda todos se quieren, que al salir de gira no hay discusiones, que componen y graban discos sin ningún tipo de oposición entre más de un integrante, en fin, que todo es color de rosas. Obviamente, esto no ocurre, sino díganselo a Axl Rose y a Slash, a los hermanos Gallagher o a los mismos Keith Richards y Mick Jagger, por nombrar algunos. Aquí, la historia de dos artistas que no sólo se pelearon, sino que dejaron de hablarse por casi 20 años.
En este caso, trasladémonos al New York de fines de los ’70. Nos encontraremos con dos jóvenes que ya estaban haciendo su camino a base de buenas canciones y una propuesta muy original de surfing rock con punk. Ellos eran Jeffrey Rose Hyman, más conocido como Joey Ramone (cantante), y John William Cummings, quien adoptó el nombre de Johnny Ramone (guitarrista) por consejo del bajista Dee Dee. Los únicos que participaron en absolutamente todos los discos de los Ramones. Resulta que desde un principio ambas fueron personalidades incompatibles, mientras Joey tenía ideales liberales, Johnny venía de una familia ultraconservadora (en 2002 afirmó: “Dios bendiga al Presidente Bush”), pero sabían arreglárselas para no entrar en discusiones. El hecho que quebró definitivamente la relación fue la aparición de, cuando no, una mujer. Linda Danielle era una muchacha de quien el cantante se había enamorado perdidamente en 1979, sin embargo, su compañero de banda también se volvió loco por ella y “le ganó de mano”, como se dice en el barrio. Se casaron en la década de los ’80 y eso fue algo que Joey jamás le pudo perdonar. A raíz de esto, en 1981 el vocalista compuso, con todo el dolor de su alma, “The KKK took my baby away”. Uno de los más grandes éxitos del cuarteto estadounidense, paradójicamente. Es difícil imaginarse a ellos dos arriba del escenario interpretando tal tema sabiendo muy bien a qué se referían. Cuentan que desde ese día, no volvieron a dirigirse la palabra. De hecho, algunos dicen que el fallecimiento de Joey en 2001, produjo una grave depresión en el guitarrista que finalizó con su muerte debido a un cáncer de próstata en 2004. Esta es la historia de dos genios enfrentados por una mujer, que dejaban de lado sus diferencias para hacer lo que mejor sabían.