Series adictivas que uno se resistía a ver

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Cuando arrancó la serie Lost en el 2004 y la ola de fanáticos crecía y crecía semana a semana, me resistí prolijamente a incorporarme al grupo de  televidentes que suspendían salidas, cenas familiares y reuniones varias para verla, e incluso organizaban juntadas para mirarla entre amigos. Debo admitir que me gusta ir a contramano de la corriente general.

Así transcurrieron cuatro años en los que las desventuras del grupo de náufragos me fueron indiferentes.

Matthew Fox, Evangeline Lilly, Josh Holloway y Dominic Monaghan

Un día haciendo zapping (cuando, para variar, había poco y nada para ver en la tele) caí sobre un capítulo de la primera temporada que me agarró como chicle a una suela de zapato en día de verano. Intenté seguir mi recorrido por los otros canales, pero daba la vuelta y volvía a caer en la trampa mortal de AXN. Cuando vi que ya no tenía escapatoria, apagué la tele, porque detesto ver películas y series empezadas. Sin embargo, el virus Lost ya había entrado a mi sistema, esa misma noche conseguí la primera temporada y me comí los 5 primeros capítulos seguidos. Al cabo de un mes ya me había visto dos temporadas y media (la mejor parte de esta serie) y, finalmente, vi los capítulos de la última temporada en simultáneo con los sufridos fanáticos de la primera hora.

Lost es una serie que logró captar la atención de su público desde su originalidad y sus personajes excéntricos, misteriosos y con garra. El suspenso te mantenía al borde del asiento y era casi imposible que resistieras la tentación de ver el siguiente capítulo. Durante las dos primeras temporadas, la trama funcionaba como en una novela policial: todo pasaba por algo, cada detalle tenía un significado y una explicación coherente. A partir de la tercera, la serie comenzó a decaer y quedaron muchos elementos sin justificar. Como sucede varias veces con proyectos televisivos y cinematográficos masivos, esta producción podría haber terminado, con gloria, en la tercera temporada. Pero sabemos que, para todos los involucrados en un proyecto tan exitoso, es difícil matar a la gallina de los huevos de oro.
Soy parte de los muchos que, lamentablemente, nos desilusionamos con el final, aunque tengo que confesar que una vez que la empecé fue imposible dejarla.

 

Mi segunda experiencia de este tipo fue con una serie que había enloquecido a mi mamá. Como nos pasa a todos los hijos, miré con escepticismo el entusiasmo de mi progenitora e ignoré su recomendación. Al poco tiempo, una de mis mejores amigas, con la que coincido casi siempre en gustos televisivos, me empezó a taladrar la cabeza con que viera la misma serie: Breaking Bad, la historia de un subestimado profesor de química que se convierte en el rey de la metanfetamina. Cada vez que veía a mi amiga, me preguntaba amenazante “¿Ya viste Breaking Bad?” como si no hubiese hecho la tarea.

Aaron Paul y Bryan Cranston

Había escuchado inclusive que la trama de esta serie se ponía cada vez mejor y que cada temporada era más intensa que la anterior. Me negué a verla, de todos modos, casi por dos años. No sé si por miedo a que me provocara adicción (valga el comentario) o a que en realidad me desilusionara, por las expectativas que sus fans me habían generado.

Finalmente me animé a mirar el primer capítulo, intenté verlo cinco veces sin éxito, me dispersaba, me ponía a hacer otras cosas y no prestaba atención, hasta que por fin llegué al final y ahí me pasó me pasó lo mismo que antes: me vi los cuatro primeros capítulos de un saque. Y una vez más, no pude parar.

Breaking Bad se destaca por la riqueza de los personajes, no solo los principales, si no también los de reparto. Todos y cada uno de ellos están perfectamente construidos. Uno cree que tiene a alguno descifrado y de repente hace un giro en dirección opuesta. Alguien a quien en principio odiábamos se convierte en nuestro favorito…

Desde el punto de vista estético y artístico esta serie rompe con todo lo convencional para el género y se convierte en un producto más bien cinematográfico. Cada capítulo es una obra de arte, exquisitamente musicalizado, con puestas de cámara innovadoras. Hasta los capítulos de relleno son excelentes.

Breaking Bad acaba de terminar su quinta temporada. En principio se creía que no iba a salir una sexta pero ya está anunciado que la historia continuará.