Por: Roni Bandini
Acaba de salir una nota en Wired escrita por Art Brodsky, quien trabaja en asuntos relacionados a eBooks para el American Library Association. La nota es algo dispersa y llorona. Si bien es cierto que en Estados Unidos las bibliotecas pagan mucho más por los eBooks, el tema de base sería discutir la función de una biblioteca a futuro. Si debe ser una especie de Apple Store (¿?) o qué le puede dar a un lector cuando el acceso a los eBooks es ubicuo. En cualquier caso, la nota tiene un fragmento que podría resultar interesante.
Paso a traducir.
“…Lo mismo se aplica a los eBooks. No los compramos, los alquilamos. Podrá ser un alquiler a largo plazo pero igual es un alquiler. Hay límites y restricciones en el uso de todos los eBooks y confusamente, esos límites y restricciones cambian de acuerdo a qué compañía se encuentre ofreciendo el producto. Es por esta razón que deberíamos dejar de utilizar la terminología como lista de más vendidos – cuando en realidad debería ser lista de más alquilados – porque el lenguaje de los libros físicos refuerza una noción muy peligrosa de propiedad. Los compradores de los libros físicos pueden hacer lo que quieran con ellos, desde prestarlos a amigos cuantas veces quieran, a revenderlos en una tienda de libros usados (notar que cuando el dueño de un libro físico hace esto, él cobra todo el dinero, no el editor) Lamentablemente, un préstamo en el mundo digital viene con restricciones. Los Apple iBooks sólo pueden ser leídos en dispositivos Apple. Los eBooks de formato propietario de Amazon sólo pueden ser leídos con software Kindle, prestarse una sola vez y sólo por 14 días (y de paso sólo a alguien que se encuentre en el programa de Amazon Prime, lo cual por supuesto se paga extra) ¿Cómo dichas restricciones refuerzan la división entre lo que hay que hacer y lo que no? Imaginate entrar a una biblioteca o librería necesitando tres o cuatro pares de anteojos para leer diferentes libros fabricados para equipamiento de visualización específico. O comprar un libro y tener que destruirlo arbitrariamente, luego de, digamos dos semanas. Es una locura. Pero es la situación actual con los eBooks.”
