Por: Alejandro Rosenfeld
Cuando ya es casi un hecho el traspaso de Kevin Love desde Minnesota a los Cavaliers, en una operación que involucra también a Philadelphia, ya comienzan las apuestas en torno a cuántos partidos ganarán LeBron, Love y Cía. Si James solo, en su primera etapa en Cleveland, logró llegar a las finales y tener los mejores récords de la NBA antes de su partida al Heat, entonces…¿cómo será ahora que estará rodeado de dos superestrellas como Love e Irving, tal vez el base con mejor proyección en la liga?. Al instante, se viene a la cabeza el equipo de los Bulls de la temporada 95-96, comandada por Jordan y Pippen: 72 victorias, apenas 10 derrotas. Si logran acoplar las piezas, los Cavs tendrán una oportunidad única de batir esa marca.
La suerte se ha inclinado hacia el frío estado de Ohio, bien en el norte del centro de Estados Unidos. A los Cavs les ha tocado tres primeras selecciones en apenas 4 años de años. Es decir, tener la posibilidad de elegir al mejor jugador universitario en primer lugar. En 2011, eligieron al jóven base promesa Kyrie Irving. Una decisión inobjetable que le ha dado a la franquicia un futuro prometedor. Sin embargo, el año pasado fracasaron al seleccionar al canadiense Anthony Bennett en un draft de los más pobres de la última década.
Ya para este año, cuando las posibilidades no jugaban a favor del equipo de Dan Gilbert, volvió a salir la bolilla a favor de Cleveland. Y esta vez no hablábamos de un draft común y corriente: los expertos aseguran que será uno de los mejores, sino el mejor, de la historia. Wiggins, Embiid, Parker, Exxum, Smart, Randle y tantísimos otros talentos se postularon para el draft de este año.
Cleveland eligió al canadiense Andrew Wiggins, un alero de 19 años que tiene todo para triunfar en la NBA. Pero Gilbert apostó fuerte.
Primero, logró limar asperezas con LeBron James, a quien le había dicho de todo menos “lindo” cuando la superestrella decidió “llevarse sus talentos” a South Beach, Miami. Una vez consumado el regreso de James, la tarea de Gilbert era armar un equipo alrededor de él que lograra un impacto inmediato en los resultados, léase “títulos”.
Cleveland, con el agregado de Wiggins, tenía en su plantilla algo que pocos equipos, o quizás ninguno, logró tener en la historia: 4 primeras selecciones de draft en su equipo. LeBron James en 2003, Irving en 2011, Bennett el año pasado y Wiggins este 2014.
Sin embargo, algo no le cerró a Gilbert (o a James). Sentían que faltaba una pieza particular para lograr algo. Y esa pieza se llamaba Kevin Love, una máquina de encestar y rebotear que hace muchísimos años no se veía en la liga. Sumarle su excelente tiro de triples no hace más que intensificar la idea de juntarlo con James, famoso por generar espacios detrás de la línea de 3.
Con el traspaso que se confirma hoy, pero que está cerrado hace ya casi un mes, Cleveland entregará a dos número 1 (Wiggins y Bennett), pero recibirá un jugador superestrella, consagrado, en su plenitud y que potenciará una zona en la cual LeBron James nunca tuvo ayuda significativa en su carrera: el juego interior.
Con Kyrie Irving amenazando desde afuera, llevando el balón como pocos lo hacen, quebrando cinturas por doquiér; con LeBron James penetrando con su imponente físico; con Kevin Love como un faro interno que domine la zona pintada; con jugadores tripleros natos (y ex compañeros de LeBron en Miami) como Mike Miller y James Jones, y tal vez Ray Allen para una última aventura, entonces podemos decir que los Cleveland Cavaliers están en condiciones de batir un récord que hasta hoy parece imposible de superar.
Estamos hablando del impresionante récord de los Chicago Bulls de Michael Jordan, de Scottie Pippen y Dennis Rodman. Un equipo inigualable, hasta ahora insuperable. Comandandos por Phil Jackson, los Bulls obtuvieron 72 victorias contra 10 derrotas, algo nunca antes logrado por ningún equipo en la NBA. Hubo varios equipos que pasaron cerca de esa marca, pero sólo ellos pudieron romper la barrera de los 70. En un momento, llegaron a tener un irrisorio récord de ¡41-3!. Obviamente, al finalizar la temporada Jackson decidió cuidar a sus estrellas y lo que fueron 72 pudieron ser 76, 77 o quién sabe.
La presión para el resto de los equipos, a partir de allí, es inmensa. Automáticamente, cuando una franquicia logra juntar a las estrellas del momento, la pregunta surge de inmediato: “¿Podrán vencer el récord de los Bulls?”. Así pasaron los Lakers de Kobe y Shaq, o los Spurs de Duncan, Parker y Ginóbili y hasta el año pasado, con el Heat de James, Wade y Bosh.
Ahora, será el tiempo de LeBron, Love y Kyrie Irving para recoger el guante y asumir esa responsabilidad. No solo serán candidatos a ganar el título de la NBA: tendrán la chance de convertirse en el mejor equipo de todos los tiempos. Poca cosa, ¿verdad?.