Por: Javier Villarreal
En los últimos Juegos Olímpicos de invierno realizados en Sochi a principios de 2014, el equipo de patín en velocidad de Estados Unidos, estuvo por debajo de lo esperado en cuanto a los resultados. Las expectativas no podían ser más altas, sin embargo…
A partir de las primeras competencias en las cuales los resultados no eran satisfactorios, la opinión pública comenzó buscar las causas: la preparación física fue la primera; no obstante ello, el entrenamiento que tuvieron los patinadores, fue el adecuado. Luego se buscaron otros factores: salidas fuera de hora, concentración, calidad o preparación física de los contrincantes (o de patines), entre otras excusas. Finalmente, encontraron el chivo expiatorio perfecto: Under Armour, la empresa de indumentaria deportiva con sede en Baltimore (Maryland) y su “diseño y tecnología” incorporados en los trajes de todo el equipo de patín.
El traje -que fue diseñado junto con el contratista aeroespacial y militar Lockheed Martin bajo el nombre de Mach 39- prometía ser el más rápido del mundo. Había sido probado por “x + 1″ cantidad de horas en túneles de viento y tenía, además de las fibras especiales que conformaban el traje enterizo, espacios de ventilación en la espalda que permitían que la transpiración se evapore más rápidamente.
Este último aspecto fue señalado como el desencadenante de la baja performance de los atletas. Al parecer, de acuerdo al Wall Street Journal, esos mismos espacios de ventilación que permitían la salida de la transpiración, también facilitaban el ingreso del aire en el traje, generando resistencia. De golpe, la imagen nacionalista de la marca (recordemos que, asimismo, fabrica indumentaria para el ejército de los Estados Unidos y se relaciona desde sus comienzos con el Fútbol Americano) se veía dañada y, junto con ella, sus ganancias.
Para detener el impacto en la baja de ventas, las críticas, la caída de las acciones en la bolsa (NYSE: UA) y mantener la imagen lograda, Under Armour anunció que volvería a dar a los atletas los equipos testeados con anterioridad (previa aprobación del Comité Olímpico). Y así fue. No obstante ello, los resultados del equipo de patín continuaron debajo de lo esperado. Es cierto que es posible recaer en los aspectos psicológicos post cambio de indumentaria, o en la inadecuación del equipamiento, pero simplemente, los tiempos no disminuyeron.
El fundador y CEO de la Empresa, Kevin Plank, asumió la supuesta responsabilidad, no escapó a las críticas y manifestó que su empresa estaba investigando las variables. Demostró así, la seriedad de Under Armour en el uso de la tecnología respecto de su línea de productos y la responsabilidad para con los consumidores.
Queda demostrado que el dicho de “no existe mala o buena publicidad, sólo existe la publicidad”, en este caso, no se cumple. El día que el Wall Street Journal publicó la nota, las acciones de Under Armour cayeron un 2.4%, cotizando a 106 dólares por acción. Por suerte para todos sus stakeholders, Under Armour se pudo recuperar rápidamente de esta situación, sin dañar la imagen empresarial.
Fuentes:
UnderArmour.com, Reuters y http://online.wsj.com/