Por: Adriana Lara
#ProyectoPibeLector es un blog de ficción.Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
56. Preferencias
La puerta de su propia casa le pareció extraña.
Al tocarla, recibió una pequeña descarga eléctrica.
La habitación estaba en silencio. Por la persiana entraban delgados haces de sol.
Pensó en Dios. Bajó la vista y ahí estaba, desarticulada como una muñeca vieja.
Le miró las medias, el ruedo de la pollera, las várices inesperadamente opacas.
Pensó en esculturas.
Rozó con uno de sus dedos la mano de eso que había sido su abuela. Recordó un revolcón en la playa, la rodilla ensangrentada por el roce con la conchilla. “Te quedó una linda frutilla”, le había dicho ella, besando la herida.
Pintura de Joaquín Sorolla
La voz resonó claramente dentro de su cabeza y salió corriendo, sin saber hacia dónde ni para qué.
Pasó la tarde sentado en un banco de plaza, mirando sin ver.
Prefirió volver por la tarde.
La puerta de su casa le pareció amigable.
Al tocarla, recibió una pequeña descarga eléctrica.
En la habitación, inusualmente animada, lo esperaban sus tíos, sus primos. Gente desconocida sonreía desde la cocina. Un olor a tuco con laurel sacudía el alma. Desde el sillón, su hermanito lo llamó con la mirada.
_ Por fin llegaste, querido. Tu abuela se tuvo que ir de viaje. Te estuvimos buscando porque te quería saludar para despedirse…
Prefirió sentarse.
_ Tu hermanito tampoco la acompañó, porque estaba en la escuela. No importa. Manda besos y abrazos. Desde ahora los vamos a cuidar nosotros.
Se paró, caminó lentamente entre la gente y buscó su cuarto. Una vez allí, comenzó a llorar.
Pensó en confesar.
Prefirió no hacerlo.
Durante el resto de su vida, esperó junto a su hermano el retorno de su abuela viajera.
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