El amor antes y ahora

#Psico+40

 

Mi abuela Eva, como muchas mujeres nacidas a finales del siglo XIX, apenas bajó del barco en el puerto de Buenos Aires ya estaba de novia. Tenía apenas 16 años cuando lo conoció y quizás 17 cumplidos cuando se casó.

Enviudó alrededor de los 50 años nunca se volvió a casar…yo le preguntaba de vez en cuando ¿no tenés algún candidato? Si los tenía y los tuvo, ella siempre me decía “ yo soy mujer de un solo hombre”. Andá bobe quien te cree eso?

Tuvo 6 hijos y trabajó mucho en su vida, una época en la que no había pañales descartables, no tenía horno a gas, no había lavarropas, la heladera con barra de hielo vino cuando sus hijos menores ya trabajaban, criar 6 hijos era mucho esfuerzo físico en su época, por eso a los 50 años las mujeres parecían viejas…muy viejas…

Fijate si tenés fotos de tu abuela en general siempre parecían viejas…aún cuando tenían 40 años.

Mucho después entendí que no se trataba de fidelidad al recuerdo de su esposo sino que amaba su libertad más que a nada en el mundo…por eso no volvió a casarse, no quería atender a nadie.

Las relaciones en el siglo pasado eran un poco más “sólidas” que en este siglo. Cuando te ponías de novia ya no salías con tus amigas como ahora, menos a bailar solas… a todos lados ibas con tu novio…implicaba mucha seriedad y obligaciones.

Hoy el amor es más libre, hasta más difícil de ponerle una etiqueta. Hoy las chicas no dicen que están de novias sino que tienen “algo”, las relaciones son más ligth como los “chapantes” que como su nombre lo indica se encuentran “chapan” y retoman su libertad.

Entre paréntesis, esta bueno que se ponga de moda un término tan antiguo…chapar…

Hace muchos años un señor en una reunión me dijo: “Estos jóvenes de ahora creen que los mayores no sabemos nada sobre el amor…” y la verdad es que sabemos sobre nuestras experiencias, pero de cómo hoy las personas se relacionan no sabemos mucho… porque el amor se transformó …como dice el sociólogo Zygmunt Bauman, en “amor líquido”: las relaciones en este siglo son caracterizadas por la falta de solidez, por una tendencia a ser cada vez más fugaces, superficiales, etéreas y con menor compromiso. El amor es como un líquido que se derrama y toma la forma del envase que lo contiene.

Hace unos días una chica menor de 30 me contó que a su “algo” lo llama “mi compañero de cuarto”, conviven hace varios años pero no le gusta decirle marido, (no están casados), ni pareja (es demodé) tampoco son novios.

Si alguna vez conociste la heladera Siam, la antigua, la que tiene una manija con bocha de colección, sabrás que duraban toda la vida…como los matrimonios de antes.

Cincuenta, sesenta años de casados…¿cuántos maridos o esposas se pueden tener hoy en 50 años?

Hoy las personas mayores se preguntan ¿por qué el amor dura tan poco?

La respuesta no es sencilla ni tiene solo una razón. Pero entre otras razones, antes las mujeres aguantaban mucho, las madres enseñaban “hay que aguantar”, si te equivocabas no había posibilidad de volver a tu casa arrepentida… “ usted señorita se casó ahora se arregla”.

Una vez retirada la novia de la ventanilla no había reclamo respecto de las dificultades que genera la vida matrimonial.

Una cosa es estar de novio, estar “en algo”, “chapar” o ser “amigovios” y otra muy distinta convivir.

Convivir implica responsabilidades, rutinas, obligaciones, familia propia y política, la ropa tirada, la comida de todos los días, el dinero…y algo de diversión también.

Las abuelas de antes solían decir que el matrimonio es una lotería. Para ellas era cierto porque se casaban con desconocidos.

Conocí hace muchos años a una mujer muy inteligente que había sido rectora de un colegio nacional de señoritas, habrá vivido hasta los 96 años…mirá que antigua que era que cuando se fué de luna de miel a Mar del Plata la rambla era de madera!!!

Su novio, un gran candidato para esa época, era bancario que en su momento era como decir banquero.

Para visitarla tuvo que pedir permiso y se lo dieron: venía martes, jueves y sábados, con bombones o flores, en un horario pautado y acotado. Conversaban en el living al tiempo que su madre los vigilaba desde la cocina, había en el comedor un espejo grande, con marco trabajado y desde allí la madre cuidaba “la virtud” de su hija. No había intimidad ni para hablar, por eso se casaban casi con un desconocido, la verdad, el matrimonio era una lotería, en la cual podías llevarte todos los premios o perder hasta los calzones.

Lo cierto es que uno no conoce al otro hasta que convive, por eso al convivir uno puede decir: “no es lo que esperaba”, “no es como lo soñaba”, “estaba mejor antes, a solas”.

Que lindo que es estar de novio…ni te cuento que hermoso es para las personas mayores vivir el amor “ a lo moderno”, con cama afuera.