Cómo las personas mayores se perciben a sí mismas depende de su historia personal y su momento vital actual, pero también del contexto histórico – cultural en el que viven. Cuando nos miramos al espejo no lo hacemos sólo con los ojos, sino que nos medimos con los modelos que nos imponen, con los estándares que nos transmiten que debemos cumplir y con la autoestima que poseemos, es decir nos miramos con más o menos amor, de acuerdo a cómo nos evaluamos en el momento presente.
Las representaciones sociales, dice Moscovici, son un conjunto de conceptos, afirmaciones y explicaciones que se originan en la vida cotidiana, en el curso de las comunicaciones entre los individuos.
Las representaciones sociales suelen tomarse como algo ya dado, que no se discute, que es impuesto desde afuera, por ejemplo: “ser joven es ser hermoso, la vejez es fea”.
Las representaciones sociales son estructuras cambiantes y dependientes de los diferentes contextos sociales, son formas de pensamiento que las personas comparten y tienen influencia sobre la forma en que interpretamos acontecimientos de la vida diaria.
Este cuadro pintado por Rubens se llama “Las tres gracias”. A lo mejor viajaste y lo viste en el Museo del Prado en Madrid, España.
Fue pintado entre 1630 y 1635.
Las Tres gracias, siempre aparecen desnudas ya que la belleza no necesita cubrirse.
Son las representaciones de la afabilidad, la simpatía y la delicadeza.
Fijate la idea de belleza de Rubens: mujeres entradas en carnes pero proporcionadas, elegantes. En esa época la palabra “celulitis” no se conocía, por tanto estaba fuera del cánon de belleza de la época.
Una de las 3 gracias, lleva el rostro de Elena Fourment, la segunda esposa de Rubens. Cuando el pintor se casó con ella, Elena tenía 16 años. Fue la inspiración necesaria para afrontar la última etapa de su vida.
Las tres gracias responden al modelo de belleza de Fourment, carnosas, de formas exuberantes, saludables y contentas. No iban al gimnasio, no se sentían feas por el aspecto de sus “carnesblandas”.
“La cultura da forma a nuestros gustos, expectativas y rechazos”, dice Iacub en su libro Erótica y envejecimiento.
Nos rechazamos a nosotros mismos al no cumplir con las expectativas e ideales de belleza de nuestra época.
La belleza es una construcción cultural de la feminidad que varía a lo largo de la historia y en las diferentes culturas.
Hay muchas mujeres grandes que son bellas…no?
Norma Aleandro: bella, inteligente, interesante, activa…
Hace tiempo frente a una mujer de unos 70 y pico, que además de linda era muy elegante le pregunte: ¿Vos que pensas cuando dicen que sos linda?
y su respuesta me sorprendió:
“Pienso que me dicen una mentira piadosa”.
Que crueldad para mirarse a sí misma…
Esto indica la dificultad de las personas de ver su belleza a través del paso del tiempo.
Nosotros debemos realizar acciones concretas para modificar las representaciones sociales negativas sobre el proceso de envejecimiento.
Tenemos que comenzar un cambio cultural que debe producirse primero en los propios adultos mayores: poder mirarse como personas bellas de acuerdo a su edad y con las marcas que la vida les ha dejado en sus cuerpos, poder reconocerse como bellos, admirables y deseables sin realizar comparaciones respecto de la juventud.
Es frecuente escuchar…”linda era yo cuando tenía 20 años…” ahí tenés otra vez el prejuicio, la belleza sólo está ligada a la juventud.
La salida está en encontrar un punto de quiebre a esta lógica.
Desde el punto de vista psicológico reconocer y aceptar el nuevo cuerpo, sus posibilidades y límites, requiere realizar duelos: por el cuerpo de la juventud o de la madurez, por el cuerpo que no responde u obedece a lo que le ordeno, por el cuerpo que no es como queremos.
También implica una reflexión crítica y colectiva, tanto de los adultos mayores como de aquellos que trabajamos en el campo de la gerontología para comenzar a mirar la vejez como una etapa de erotismo y disfrute, como le gusta decir a Iacub, como una etapa bella para desarrollar lo que antes no hemos podido.
Tenemos derecho a ser mayores y no tener que avergonzarnos de ello.
El desafío es sentirnos bien en nuestro cuerpo que va cambiando con la edad.
Y empezar a pensar que hay una belleza para cada edad…
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JJ Psicogerontología Integrada.
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