Por: Bruno Aleotti
Como el cruel villano del superhéroe Batman, Racing tiene Dos Caras. Estas se vieron reflejadas en el primer tiempo y la otra en el segundo. Hay un equipo que salió a ganar el partido frente a Tigre, y fue decidido a Victoria a llevarse los tres puntos a Avellaneda para arrimarse a Newell´s. Ese apareció en el primer tiempo jugando realmente como lo hacen los que quieren salir campeón y quedar en la historia. Pero hay otro que se repliega muy atrás, regala la pelota en la mitad de cancha y no termina bien un contraataque- si es lo que tiene-. Y parece que no pelea por nada. Fue 1 a 1 frente a Tigre por la decimotercera fecha. Seguimos a cinco y no pudimos descontar como esperábamos.
En la primera parte, acertó Luis Zubeldía en utilizar desde el arranque un 3-4-1-2. Racing ganó mucho fútbol con un Camoranesi puesto de enlace que hizo circular bien el balón en mitad de cancha, se le acoplaban por las bandas Centurión- de gran partido- y Villar. Con el doble cinco de batalla conformado por Zucu-Pelle que tuvo un buen comienzo pero luego se desinfló en la etapa complementaria, al igual que Sand y el campeón del mundo con Italia en el 2006. La línea de tres conformada por Ortíz, Migliónico y Cahais no tuvo mayores sobresaltos, pero en el complementó sufrió mucho por los pelotazos a las espaldas de ellos y en las alturas perdieron siempre con los delanteros rivales, ya sea Stacla, González, Maggiolo y hasta ¡Pérez García!
La acadé estaba muy cerca de marcar el primer gol pero no podía. A pocos segundos de comenzado el cotejo Javier García, a puro reflejo, le tapó el gol a Camoranesi tras una pifia de Vietto. Dentro del marco del empate, la buena noticia es que Caco Centurión volvió a ser un avión a chorro por el sector izquierdo y estuvo imparable al igual que con Vélez. La única manera de frenarlo era a golpes y ahí estuvo Etchevarría, como Cubero el sábado pasado, para pegarle sin ningún resquemor en la cara. Una, dos y tres veces. Ante la atenta mirada de Gianinni que tuvo una noche de terror: debió expulsar al Lungo por reiteradas faltas y piñas al mentón (¡sí, piñas!) sobre Centurión, cobrar la mano de Zuculini en el arranque del gol y sancionar un claro penal del ex Chacarita sobre Ricky. Tanto lo buscó la academia que a los 42´ Zucu pescó un rebote en la medialuna del área, se llevó la pelota de atropellada (mano) y la tocó por encima de García. Un golazo. Cualquier similitud con el gol de Bastía a River en el Apertura 2006 no es pura coincidencia:
En la segunda parte, fue un desacierto de Zubeldía sacar a los 23´ del ST a Camoranesi para poner a Corvalán (terminado el cotejo se fue expulsado por doble amarilla). Diez minutos más tarde Centurión- es el jugador más desequilibrante del equipo, no debe salir nunca- para poner a Aued. Lo más aconsejable para el caso de la dudosa salida de Ricky hubiera sido suplantarlo por Fariña. El técnico albiceleste se equivocó en los intérpretes y bajó un mensaje temeroso, peligroso. Lo tuvo Hauche, que entró por Sand, para liquidarlo sobre el final pero lo dilapidó. Y a dos minutos del cierre del partido, una falta tonta del uruguayo Migliónico en tres cuartos de cancha para el Matador. Tiro libre para el local. Y los nervios se acumulaban. La panza no soportaba más los calambres. Pitazo de Gianinni, Díaz la tocó a la derecha, Donatti remató, Zuculini la desvió y la pelota se le metió abajo a la derecha a Saja, y decretó el 1 a1. Estábamos tocando el cielo con la manos quedábamos a tres del puntero, pero ese minuto fatídico hizo que el rubio volante central tenga una de cal y una de arena. O bien dos caras. Al igual que este equipo que todavía no se baja de la pelea, pero tiene que tratar de eliminar esa bipolaridad. Se vienen tres partidos claves: domingo de local frente a Arsenal, jueves con Godoy Cruz en Mendoza y el lunes con Quilmes en el Cilindro. Nueve puntos en una semana. Hay que jugársela a todo o a nada. No hay tiempo para lamentos. Porque peor, peor que esto es estar en descenso directo, como están otros.